RESOLANA
Decires de mujeres
Decires de mujeres
Carmen Beatriz Ruiz.- Son 39 relatos cortos. ¡Todo lo que pueden narrar tres párrafos! A veces las historias son tan cortas como un suspiro, otras se quiebran hondo como un sollozo, algunas arrancan un carajazo, algunas, muy pocas, podrían provocar una sonrisa. En todo caso, es una compilación que no fue pensada para complacer, sino para provocar, para interpelar. Y nada mejor que hacerlo con “cuentos súbitos”, tan bruscos como decir basta.
¡Basta! es el nombre de la recientemente publicada antología de micro cuentos contra la violencia de género. La incansable escritora Gaby Vallejo C. fue el motor de la iniciativa, secundada por la Fundación Iberoamericana del PEN Internacional, PEN International Women Writers` Committee y el Comité de Escritoras del PEN Bolivia.
¿Por qué sólo mujeres? Probablemente quienes gestaron el proyecto pensaron que los corazones y las voces de mujeres están en mejores condiciones para contar las miserias que ocurren en las calles, las escuelas, los hospitales, las guerras, los caminos, las pasarelas de la moda y, sobre todo, entre las paredes de los hogares, puesto que en todas las estadísticas mujeres y niñas son las principales víctimas de violencia. De ahí que el nombre de violencia de género alude a una concepción y a una denuncia: si eres mujer, eres más vulnerable frente a la fuerza bruta, contra al abuso del macho, ante la impunidad de la horda, frente a los prejuicios y la exclusión y el poder de quienes piensan y actúan creyendo que lo masculino es el epítome de lo humano.
La opción de esta antología pone en tapete, una vez más, el debate respecto a si hay una literatura de mujeres. Según el filósofo español Fernando Savater, la "buena literatura no tiene sexo, ni siquiera género (la mala resulta irrelevante que lo tenga o no), pero si la escribe una mujer siempre será bautizada como `literatura femenina`”. Savater se pregunta: “¿Son acaso las buenas escritoras las indígenas de un continente apenas conocido por los varones? Así parece haber sido", dice, y cita una larga lista de escritoras europeas de los dos últimos siglos. Para responderse, finalmente: “Pues bien: no hay una `literatura femenina`, a efectos críticos, pero sin duda ha habido una larga lucha femenina para abrirse paso en la literatura monopolizada y dirigidas por la autoridad de los varones” (De Sentido y sensibilidad. En: Figuraciones mías, sobre el gozo de leer y el riesgo de pensar, Fernando Savater, 2013).
Savater sale del paso respondiendo a la incomodidad de su propia pregunta con una finta que empareja literatura femenina con lucha femenina. Obviamente se trata de dos cosas distintas, donde lo que más incomoda es la presunción de que, por ser de mujeres, algo (la literatura o la lucha) es femenino, cuando ésta es una cualidad que las sociedades construyen, precisamente, como un instrumento para la discriminación de las mujeres. Es que la femineidad suele representar un ideal de comportamiento que conlleva los atributos que hacen a las mujeres pasivas, delicadas y sujetas al poder patriarcal.
Yo prefiero hablar de voces de mujeres, reconociendo que en sus lenguas el horror ante la violencia es contenido y es forma propia. Pero no es sólo miedo, también es bronca y es risa y es búsqueda y es respuesta. De todo eso trata ¡Basta!
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