Lunes, 24 de marzo de 2014
 

PAREMIOLOCOGI@

Ecos del Ormachea & Sossagate

Ecos del Ormachea & Sossagate

Arturo Yáñez Cortes.- Se escriben ríos de tinta y agotan mares de saliva sobre las “revelaciones” realizadas por los otrora poderosos funcionarios estrella del gobierno Policía Ormachea y Fiscal Sossa, ahora degradados por su Jefazo a la acostumbrada calidad de “delincuentes confesos” y demás adjetivos despectivos… cuando se les caen en desgracia.
Pongo revelaciones entre comillas, pues para muchos medianamente informados los datos últimamente publicados no son revelaciones en sentido estricto –eran de conocimiento cuasi público desde hace tiempo atrás, detalles más /detalles menos- aunque ciertamente su novedad surge a partir de las fuentes, en un caso del propio Sossa y en el otro del zar anticorrupción Ormachea, a través del mismísimo FBI (sus declaraciones completas están en http://eju.tv/2014/03/transcripcin-completa-de-las-declaraciones-de-ormachea-en-video-del-fbi/).
Así los hechos, no puedo desaprovechar la ocasión para (llevando agua a mi molino demócrata y por tanto garantista), resaltar la importancia que tiene para cualquier estado que respete a sus ciudadanos, al menos si los trata como tales y no como burdos objetos, de tener un sistema de justicia que más allá de lo que digan sus normas, sea independiente e imparcial, siendo operado por funcionarios que además de honestos e íntegros, procedan como tales, especialmente respecto de los poderes fácticos, sean de la naturaleza que sean: económicos, políticos, partidarios, sociales, etc.
Y es el que Ormachea & SossaGate se presta a muchos aprendizajes, que no por lo reiterativos debieran pasar desapercibidos. Un estado se deshonra a sí mismo, cuando trata a sus ciudadanos –por muy opositores que sean e incluso hasta hayan delinquido si fuera el caso- como simples objetos y no como seres humanos, peor cuando como en el caso, los verdugos son funcionarios públicos que lo representan, peor si son altos cargos. Es decir: para combatir la delincuencia, el estado no puede rebajarse a usar los mismos métodos que aquella utiliza y peor, si la sentencia de su jefazo fuera cierta, usar a delincuentes para combatir a otros.
También, fuera interesante –recordando aquella espectacular sentencia del viejo CARRARA: “el derecho penal es una ciencia asquerosa que se limita a racionalizar el poder punitivo del estado para tratar de justificarlo”- convenir que el peor negocio para una sociedad, es despreciarse así misma utilizando la peor de las fuerzas que dispone –el derecho penal, que puede asesinarte legalmente (mediante la pena de muerte) o por lo menos sacarte de circulación (mediante la detención)- de manera arbitraria, despótica y descontrolada. Por ello, un derecho penal ejecutado sin límites, es decir exactamente lo opuesto a lo que postula el garantismo, sólo puede producir lo que hoy, -pese a los pataleos de ahogado del oficialismo- estamos asqueados presenciando, aunque algunos se hagan a los sorprendidos y hasta indignados. Otros hacen papelones, tratando de justificar su encubrimiento o incapacidad para trancar la puerta, luego que el huido ya está tomando caipirinhas en alguna playa carioca.
¿Cómo se deviene en tan infame situación? Metiéndole no más aunque sea ilegal o, en términos menos torpes y rústicos, anhelando tener no sólo el gobierno sino el control –total- del estado, pues bien ya lo dijo ACTON El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente, aunque los actuales servidores de esa vil lógica harían bien en recordar también aunque sea por elemental sentido de sobrevivencia que aunque el poder sea absoluto, nunca será eterno y encima de yapa, no existen crímenes perfectos…