LA NOTICIA DE PERFIL
El mar está ahicito
El mar está ahicito
Paulovich.- Un común sentimiento de añoranza marítima nos unió a mi comadre cochabambina y a este viejo lobo de mar al recordar el gesto del señor Eduardo Abaroa (a quien quieren convertir en militar) que prefirió morir antes que rendirse a los chilenos que invadieron Bolivia en 1879; desde entonces Bolivia es mediterránea aunque más mediterráneos son los cochabambinos por estar al interior de Bolivia y más mediterráneas aún son las mujeres de Quillacollo por ser el corazón de Cochabamba.
Con la cochabambina del brazo, asistí a todos los actos oficiales preparados por las autoridades en recuerdo del héroe y juntos tragamos amarga saliva al escuchar los discursos de nuestras autoridades que nos mintieron al decirnos que “el mar está ahicito y que pronto mojaremos nuestros calcañares en las aguas del mar Pacífico”, algo que a Macacha y a mí nos supo a soberana mentira porque ella y yo aún las vemos lejanas por no decir lejanísimas.
Y que nadie diga que la chola cochabambina que hoy me protege no es patriótica y abanderada de nuestra causa marítima hasta al punto de sentirse la sucesora de Abaroa, como son muchas cochabambinas que conocí como aquella Gaby del Mar o Gaby de la Reza que siguió peleando en Cochabamba un siglo después de la invasión chilena. De esa misma estirpe es mi comadre, la cholita que nació en Quillacollo.
Por esas y otras razones, sentimos un dolor en el alma, la cholita patriota y este viejo periodista cansado ya de tanta promesa bañada con yodo y sal para darles algún sabor de agua del mar Pacífico.
Con un retintín de amargura me repitió la frase de casi todos los discursos oficiales: “El mar está ahicito…” gracias a nuestros gobernantes actuales, a nuestros diplomáticos astutos e inteligentes, a nuestros Almirantes de Agua Dulce que surcan las aguas bravías del Titicaca Lake.
La cholita mediterránea, dolida ante esa falsa figura del “mar que está ahicito”, me pidió que le contara mis hazañas marinas en las aguas que navegué, relatándole mis travesías por el mar Caribe en los varios cruceros que realicé, en mi extenso navegar por las aguas del Mediterráneo del Este y mis incursiones por el Mar Egeo y mi fugaz desembarco en Estambul con un pie en Europa y el otro en Asia, navegando en ese barco de ensueño llamado “Milenio”, donde fui reconocido como viejo lobo de mar y también viejo lobo de bar.
Mi breve relato hizo sonreír a mi cholita de Quillacollo, pero su sonrisa fue tan triste que sus ojos parecieron repetirme que en este Día del Mar –como algunos le llaman– los discursos habían herido su alma al convencerle de que “el mar está ahicito…” mientras su alma le dice que el mar sigue estando muy lejos.
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