Martes, 25 de marzo de 2014
 

OJO DE VIDRIO

Día del Mar

Día del Mar

Ramón Rocha Monroy.- La enseñanza de la historia en Bolivia está sesgada con medias verdades que no aclaran, sino complican nuestro pasado. Un par de anécdotas sobre el libro “Por la astucia o por la fuerza”, que acaba de ser entregado, aclara algunos extremos. En realidad, el lema del escudo chileno es “Por la razón o la fuerza”, y es un lema latino que llevaba el ejército romano en sus conquistas. Como hoy suena mal y puede llamar a equívocos, un diputado de la oposición ha pedido que sea reformado, y entonces les digo: Lo que ocurrió con la agresión militar de la Guerra del Pacífico justificaba otro lema: Por la astucia o por la fuerza.
Hay un profesor chileno que escribió siete tomos de la “Interpretación marxista de la historia de Chile”. Fue torturado bajo el régimen de Pinochet, salió al exilio a Alemania, fue profesor en varias universidades alemanas y se llama Luis Vitale. Murió en 2004. Si ustedes buscan en Internet Luis Vitale, pueden bajar en pdf los siete tomos de su historia de Chile, pero curiosamente el tomo IV, que se refiere a la Guerra del Pacífico y a la conquista definitiva de la Araucanía ha sido purgado por el Archivo Nacional de Chile. Sin embargo, por esas casualidades de la vida, yo tengo ese tomo desde 1979 y he reproducido esos dos capítulos en el presente volumen.
En su interpretación de la guerra, Luis Vitale insiste en que quieren obligarnos a creer que fue un conflicto entre los pueblos chileno, boliviano y peruano, e insiste más bien en que fue una guerra propiciada por las burguesías chilena, boliviana y peruana. Quienes desataron sin querer a la bestia de la guerra fueron los presidentes peruanos Pardo y Prado, que nacionalizaron la explotación del guano. Pero los capitales chilenos radicaban en esa explotación y, por instrucciones del presidente chileno Aníbal Pinto, emigraron a la zona boliviana de Taltal, zona en litigio por un pésimo tratado firmado por Mariano Melgarejo, donde se comenzó a explotar el salitre.
Pardo y Prado querían nacionalizar la explotación del salitre para potenciar los puertos de Arica y el Callao en lugar de Valparaíso, que era por donde se comercializaba el guano. Por eso la burguesía chilena obró en el ánimo de Aníbal Pinto para iniciar la guerra. Para ello era indispensable ocupar primero Bolivia, un país sometido por entonces a tremendas plagas, como un maremoto, una epidemia de fiebre amarilla, sequía, hambruna y un ejército débil. No obstante, los burgueses de la minería boliviana eran socios de los capitalistas chilenos y apoyaron el avance del Ejército chileno, que acabó ocupando Lima, la capital del Perú.
Entonces se produjo la más grande traición de la guerra, porque el general Andrés Avelino Cáceres organizó guerrillas con indígenas peruanos y coolíes, es decir, esclavos chinos que escapaban de las guaneras, y esas guerrillas gozaban del pleno apoyo de la población peruana. Una guerra de desgaste no le convenía al ejército invasor, pero mucho menos a la burguesía peruana, porque si triunfaba Cáceres quizá hubiera encabezado una de las primeras grandes revoluciones latinoamericanas en la cresta de la ola de indígenas, cholos y coolíes ahora peruanos. La burguesía peruana buscó al ejército invasor para que derrote a la guerrilla popular peruana a cambio de cederles en propiedad la provincia de Tarapacá y declaró a la guerrilla fuera de la ley. Un ejército disciplinado, bien armado y sostenido por la explotación del salitre en la zona ocupada, bien pronto liquidó a la guerrilla popular peruana y el Perú perdió para siempre la provincia de Tarapacá.
Por último, un apunte sobre el pueblo mapuche. Antes de la guerra, Chile era un país emprendedor y próspero por los bancos ingleses radicados en Valparaíso, pero era corto de territorio, porque hacia el sur el pueblo mapuche, pueblo indomable desde la conquista y la colonia, era dueño hasta las márgenes del río Bío Bío. Estalló la guerra y los mapuches se unieron para recuperar sus tierras usurpadas por los primeros latifundistas. Por eso, al término de la guerra, el ejército chileno no fue desmovilizado, sino que fue trasladado íntegramente al sur a exterminar al pueblo mapuche y a ambos lados de la cordillera, porque el ejército argentino participó en ese “esfuerzo”. De esa “hazaña” participó el general Julio Argentino Roca y luego organizó con 26 unidades la Campaña del Desierto, que fue de exterminio de pueblos de origen mapuche diezmados en las pampas argentinas. Roca fue dos veces presidente de ese gran país y tiene plazas y monumento ecuestre, pero la conciencia de los argentinos lo ha reducido a lo que era, un temible exterminador de indios que probablemente será borrado de la memoria del pueblo hermano de Argentina.