EDITORIAL
La agenda diplomática con Brasil
La agenda diplomática con Brasil
Lo único que queda fuera de toda duda es que urge una reconducción de las relaciones diplomáticas de nuestro país con Brasil
Recientemente, cuando las cancillerías de Bolivia y Brasil decidieron cambiar sus respectivas agendas por segunda vez en menos de tres semanas, esta vez para adelantar la reunión entre los cancilleres David Choquehuanca y Luiz Alberto Figueiredo, cierta suspicacia quedó flotando entre quienes observan de cerca el intenso movimiento diplomático que durante el último tiempo ha estado produciéndose en nuestra región.
Las dudas sobre la franqueza de las declaraciones oficiales, tanto de fuentes brasileñas como bolivianas, no son infundadas. Es que no es nada común que la agenda diplomática sea manejada con tanta informalidad y mucho menos que los temas abordados por ambos cancilleres sean tan distintos de los que en circunstancias normales ameritan tan ágiles desplazamientos jerárquicos.
Cabe recordar al respecto que hace algo más de tres semanas, pocas horas antes de la fecha originalmente fijada para el encuentro y anunciada con mucha anticipación, sorpresivamente se comunicó la decisión de postergarla hasta el 7 de abril. Y siete días antes de tal fecha, como si de lo más rutinario se tratara, el Canciller brasileño se hizo presente en Cochabamba.
Los informes dados por ambos cancilleres al cabo del encuentro no contribuyeron a despejar las dudas. “Fue una reunión general, de repaso de la agenda bilateral”, dijo Choquehuanca, mientras que su homólogo brasileño resumió lo abordado con similar parquedad como “una revisión interesante de temas desde el punto de vista bilateral y regional”. Y puso especial énfasis en “regional”.
En lo que las relaciones bilaterales se refiere, nada importante se dijo. No hubo firma, ni siquiera la aprobación, de un nuevo contrato para la venta de gas y tampoco se abordó el tema de las represas hidroeléctricas y sus efectos ambientales. Lo que se hizo no fue más que acordar la formación de mesas de trabajo para que representantes de ambos países “analicen” temas referidos a la economía y comercio, hidrocarburos, fronteras, hidroeléctricas y narcotráfico.
En circunstancias normales, ninguno de esos asuntos ameritaría una reunión de tan alto nivel pues se supone que para eso los países tienen legaciones diplomáticas. Pero, no es normalidad lo que puede esperarse en las actuales circunstancias. Desde agosto pasado, Brasil omite el nombramiento de un nuevo embajador, lo que no es un pequeño detalle, si se considera que son muchos los asuntos pendientes entre ambos países.
Así las cosas, todo parece indicar que es algo más urgente que la agenda bilateral lo que trajo a Figueiredo, y parece ser la decisión de Brasil de jugar un papel decisivo en el desenlace, y la consiguiente necesidad de lograr el aval de los países de la región.
De cualquier modo, y sea como fuere, lo cierto es que urge una reconducción de las relaciones diplomáticas de nuestro país con Brasil. Y algún esfuerzo en ese sentido, lamentablemente, es algo que no se ve. (Reedición)
|