Lunes, 14 de abril de 2014
 

PAREMIOLOCOGI@

¿Xenofobia oficialista?

¿Xenofobia oficialista?

Arturo Yáñez Cortes.- La ministra de información (léase propaganda), desenfundó su lengua contra el periodista Raúl Peñaranda cuando estaba por publicar su libro “Control Remoto”, acusándole ser agente chileno defensor de intereses de grupos conservadores contra el Gobierno venezolano, blandiendo ¿cómo prueba? un antiguo pasaporte del periodista, que acreditaría nació en Chile.
Hasta donde sé, incluso en la actual Bolivia plurinacional no es delito tener doble nacionalidad (así sea chilena boliviana) e incluso, de ser evidente, tampoco lo fuera “defender” intereses de grupos así sean conservadores, lo que en todo caso, debiera comprenderse como simple ejercicio de las libertades civiles de pensamiento y opinión.
Eso sí, con base al art. 1º de la «Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial» (ratificada por Bolivia) la xenofobia es: “Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”, por lo que el 2010 el actual régimen sancionó con todos sus artificios acostumbrados, la Ley No. 45 contra el racismo y toda forma de discriminación” que entiende la xenofobia como “odio y rechazo al extranjero o extranjera, con manifestaciones que van desde el rechazo más o menos manifiesto, el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y diversas formas de violencia” e introduce varios tipos penales (Delitos contra la dignidad del ser humano) que castigan al que arbitrariamente restrinja, anule, menoscabe o impida el ejercicio de derechos individuales o colectivos por motivos de origen nacional o étnico, ideología, opinión política o filosófica (racismo y discriminación) sancionando también (difusión e incitación al racismo o discriminación) al que difunda ideas que promuevan toda forma de discriminación por los motivos anteriores e incluso (insultos y otras agresiones verbales por motivos racistas o discriminatorios) al que realizare insultos u otras agresiones verbales; declarando que no se reconoce inmunidad, fuero o privilegio alguno, aplicándose a tod@as l@s bolivian@s y estante y habitante en nuestro territorio, entre ellos: autoridades y servidores públicos de los órganos ejecutivo, etc.
Parece que la Ministra de Informaciones no se enteró de todo esto pese a que el ministerio a su cargo invierte o así las cosas, gasta ingentes recursos públicos en propaganda sobre esos temas, pues sus declaraciones caerían en varias de las anteriores figuras.
Personalmente no estoy a favor de castigar penalmente las opiniones (incluso por muy descabelladas que éstas sean) pues sostengo que incluso tales declaraciones caben dentro de la libertad de pensamiento y opinión, mientras no sean lesivas. No obstante, el legislador boliviano piensa lo contrario y castiga esas expresiones.
Lo que si considero reprochable es que sean autoridades de estado, peor tratándose de la vocera oficial o portavoz del gobierno, que una vez más mostrando su hipócrita discurso, usen esa vocería para desnudar sus tan deplorables convicciones, degradando el ejercicio de la función pública. Interesante fuera que la Sra. Ministra –cumpliendo su famosa ley 45 contra el racismo y toda forma de discriminación- en acto de coherencia se someta a las medidas de prevención y educación de esa norma destinadas precisamente a erradicar esas discriminaciones, principalmente aquella que consiste en “capacitar a las servidoras públicas sobre las medidas de prevención, sanción y eliminación de toda forma de discriminación” con especial mención en la prohibición de discriminación por ideología o lugar de nacimiento; mientras, espero con ansias leer el libro “Control Remoto” que parece es la madre del cordero para esos exabruptos y le doy la razón a VOLTAIRE: “Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”.