Jueves, 17 de abril de 2014
 

SURAZO

¿É o Noé?

¿É o Noé?

Juan José Toro Montoya.- Quizás sea fuera de lugar escribir sobre una película cuando tantas cosas ocurren en el país que son dignas de copar los espacios de opinión; sin embargo, me justifico con un simplismo: uno de los grandes males de nuestra sociedad es su falta de educación.
Debido a esa carencia, la mayoría de los bolivianos nos contentamos con lo que se nos enseña en las escuelas, colegios y, en menor medida, en las universidades y no vamos más allá. Si lo hiciéramos, descubriríamos que dejamos pasar muchos detalles y en estos podríamos encontrar respuestas a por lo menos algunas de nuestras dudas.
Eso es lo que pasa con la película “Noé”, estrenada recientemente. La cinta ha recibido un diluvio de críticas que no alcanzó a hundir su arca porque, la verdad sea dicha, la polémica no mata a una controversia sino que la alimenta.
Dos son los pilares en los que se basa la crítica: su supuesto ahistoricismo y su alejamiento de la Biblia.
La parte histórica es tan difícil de probar como de desacreditar. La existencia de Noé es tan incierta como de cualquier otro personaje de la antigüedad sobre el que no existen evidencias científicas. Eso sí, tanto él como otros famosos del Génesis (Matusalén, Caín, Tubalcaín, Cam, Sem, Jafet y otros del film) no sólo aparecen en los textos bíblicos sino en los de otras culturas así que ahí encontramos indicios de que, aunque no hayan existido, sí estuvieron presentes en el imaginario popular.
Lo más inquietante de esta parte del relato bíblico es el diluvio. La inundación del planeta es un hecho que aparece en muchas culturas, incluidas algunas tan famosas y distantes entre sí como mayas y griegos. En el caso de los helenos, también existe un arca pero sus constructores y supuestos sobrevivientes del diluvio son Deucalión y Pirra. En la mitología incaica —reelaborada a partir de Pachakutex—, Manko Qhapax y Mama Oxllo son los encargados de repoblar la tierra luego del gran diluvio.
El gran problema de “Noé” es el vestuario. ¿A quién se le ocurrió dotar a los descendientes de Set de zapatos que cubrían totalmente sus pies en un periodo literalmente antediluviano? La ropa de Russel Crowe luce muy “de onda” pero hasta el menos avispado dice que parece vestir jeans de diseñador.
El detalle es que la película es una versión libre del diluvio bíblico pero, contrariamente a las diatribas de los dogmáticos, no se aleja de las versiones que aparecen en las escrituras.
Los menos ilustrados cuestionan la aparición de los gigantes de piedra pero ¿se tomaron el trabajo de revisar la Biblia? Allí se lee claramente, en Génesis 6:4 que “había gigantes en la tierra en aquellos días”.
Los vínculos, incluso parentales, entre Matusalén, Noé y Tubalcaín podrán ser discutibles pero no contradicen el texto bíblico.
Más aún, la película no sólo invita a cuestionarse sobre el alcance de la fe sino que consagra a la mujer como fuente purificadora de vida.
¿Quiere parecer un buen cristiano? Vaya a misa o cumpla con cualquier rito de su iglesia pero no critique a esta película sin tener las bases suficientes para ello. No forme parte de quienes arrojaron sobre ella un diluvio de ignorancia.