Jueves, 24 de abril de 2014
 

LA NOTICIA DE PERFIL

Generales versus sargentos

Generales versus sargentos

Paulovich.- Como una demostración de que en nuestro infortunado país todos estamos contra todos, ahora resulta que los cabos, sargentos y sus mujeres marchan por nuestras calles protestando contra los Coroneles y Generales en una guerra que podría llamarse “la Guerra de los Uniformados”.
Supe de esta noticia pintoresca a través de mi pariente espiritual quien al hacerse presente en mi domicilio me saludó militarmente, o sea cuadrándose y llevando su mano derecha a su sombrero de chola cochabambina, me dijo con voz clara y firme: “Con permiso de mi Compadre General, le saluda la viuda del Sargento Nemesio Racacha y solicita su permiso para ingresar en su Cuartel General de Potopoto, nombre anterior de Miraflores”.
Tratando de recordar algunas fórmulas militares que se utilizan en estos casos dije a la viuda del Sargento Racacha: “Dentre nomás, comadritay, y comience con su tarea de informarme acerca de las noticias más importantes o más pintorescas que se hubieran producido en nuestro ‘typical’ país del disparate”.
Como ella seguía en posición de ¡firme!, solicitó de acuerdo al reglamento militar ponerse a discreción, lo cual le fue concedido.
Ella me preguntó si podría sentarse para explicarme la situación de esta pintoresca “champa guerra”, respondiéndole irrespetuosamente que podría echarse si así le pedía su cuerpo, manifestándome la cochabambina que el Reglamento Militar es muy severo y que prohíbe echar el cuerpo a tierra sin haber sido impartida la orden por un superior, la cual no había sido dada aún.
La viuda del Sargento Racacha, o sea mi comadritay, comenzó diciéndome que desde siempre los militares adornados con estrellas habían discriminado a los que no tenían ninguna, tratando a éstos con menosprecio, obligándolos muchas veces a ejercer trabajos serviles, no sólo en el cuartel sino en sus domicilios privados, lo cual podría considerarse un abuso, siendo los cabos y sargentos tan útiles y patriotas como los “estrellados” y militares de mayor graduación.
Cansada de exponerme casos de abusos en contra de los cabos, sargentos y suboficiales, me preguntó mi comadrita acerca de mi parecer sobre este conflicto en nuestras Fuerzas Armadas, y haciéndome el gil pregunté a la chica de Quillacollo si sabía quién comanda nuestras Fuerzas Armadas, respondiendo la cholita que éstas se hallan comandadas por un Almirante que también comanda la Fuerza Naval, ocasión propicia para aclararle que verdaderamente no es así pues sobre todos los Jefes Militares se encuentra el Capitán General de todas las Fuerzas, el presidente Evo Morales, quien, como todos sabemos, manda y ordena no sólo a los uniformados de las tres fuerzas, sino también a la Policía Boliviana, a la Central Obrera Boliviana, a los cocaleros del Chapare, a la Corte Suprema de Justicia, a la Asamblea Legislativa, al Tribunal Constituyente, a las Bartolinas y a la Contraloría General y a todo bicho caminante o volador.
Mi comadrita bajó la cabeza, se puso su sombrero de chola, me saludó militarmente y me ordenó prusianamente: “¡Subordinación y Constancia!!!”, respondiéndole con entusiasmo “¡Viva Bolivia, comadritay!”