Viernes, 25 de abril de 2014
 

BARLAMENTOS

Somalia: ¿piratas o patriotas?

Somalia: ¿piratas o patriotas?

Winston Estremadoiro.- Después de ver el film “Capitán Phillips”, quedé con ganas de conocer más contexto del lado de los somalíes. Si todos tenemos jefes, como asevera el diálogo de dos espléndidos actores –el secuestrado y secuestrador– ¿quiénes serán? Humor negro quizá es pensar que en 33 años de cárcel del somalí preso tendría tres comidas diarias…
Juan Falque ofrece una versión alternativa al origen, motivación y consecuencias del incordio. Su documental “Piratas” muestra imágenes lacerantes del ciclo de dictadura, guerra civil, señores de la guerra y hambruna generalizada en un país paupérrimo. Hurga su origen en mercaderes de armas e intereses pesqueros. Y, como las ratas que defecan donde comen, en el avieso botadero de basura tóxica, industrial y nuclear en el mar somalí. Culpables son los países ricos de donde proceden tales sórdidos lucros.
Empezó con piratas y corsarios hechos nobles de films de los años 40 del siglo pasado. Quizá el afán de controlar su posición estratégica en rutas marítimas del cuerno de África hizo colonizar Somalia por ingleses e italianos, hasta que consiguió su independencia en 1960. Nueve años más tarde un militar se erigió en dictador hasta 1991 con el apoyo de EE.UU, cuyas petroleras obtuvieron grandes concesiones. Desde su caída, varios clanes luchan entre sí para llenar el vacío de poder, con armas vendidas por mercaderes de la muerte de países desarrollados. La guerra civil ha ocasionado más de 300 mil muertos, un millón y medio de fugitivos y la terrible hambruna agravada por una sequía de varios años, de la que conocemos penosas estampas de niños y mujeres famélicos.
La zona económica exclusiva del mar somalí es una de media docena de cornucopias piscícolas del mundo. La rapiñan intereses pesqueros de la Unión Europea, EE.UU., Japón, Arabia y otros países de Asia, con más 800 barcos y ganancias de 450 millones de dólares anuales, que depredan ricas áreas pesqueras. Roban la principal fuente de proteína de uno de los más miserables pueblos del mundo. Vetados en otras partes, lucran de la falta de control y usan métodos de pesca ilegal, sin regular y sin reportar.
Aún más sórdido es otro ‘negocio’. Por casi cinco lustros, barcos de países ricos han vertido cargas en la zona económica exclusiva del mar somalí, ante la resistencia de sus esquifes pesqueros. En 2004 el tsunami en el sudeste asiático reflotó y reventó turriles vertidos y reveló su carga: dañino residuo sanitario, desecho tóxico industrial y sórdida basura nuclear. Pescadores somalíes en sus minúsculos botes no se equivocaban al acosarlos: contaminaban su fuente de ingresos y alimento.
Mohamed Abshir Waldo es un somalí residente en Kenia, que asevera que existen dos piraterías en Somalia. Se pregunta por qué el mundo desconoce la otra. En efecto, afligen las noticias sobre los piratas somalíes. Si desempleados hambrientos son armados por caciques somalíes para ser piratas, ¿de dónde provienen las armas dotadas a los muertos de hambre, hoy piratas? ¿Son marinos de botes desplazados por buques pesqueros foráneos, tal vez en arreglo con señores de la guerra somalíes? Hoy ocupa titulares una “armada multinacional”, que protege las vitales vías marítimas de piratas somalíes. Pero, ¿acaso no es la pesca ilegal piratería aún más criminal, que daña el medio ambiente y quita sustento al pueblo somalí?
Pregunto qué pasaría si la doble moral de países poderosos acabara con recursos pesqueros del mar somalí, y volcara interés a la Corriente de Humboldt. ¿Se aliarían Chile, Bolivia, Perú y Ecuador contra una armada de países poderosos y abusivos, presidida quizá por la U.S. Navy, como hoy en Somalia? Pero como en la cara o cruz de la moneda, los que mandan en el mundo pueden sesgar para que caiga siempre de un lado la ficha de la historia, a su favor u ocultando la verdad.