Martes, 29 de abril de 2014
 

EDITORIAL

Peligrosa insubordinaci�n

Peligrosa insubordinaci�n



Es urgente que las autoridades est�n a la altura del desaf�o y solucionen este problema respetando el marco institucional

La movilizaci�n de un importante grupo de sargentos y suboficiales de las Fuerzas Armadas (FFAA) ha traspasado todo l�mite, sin que las autoridades atinen a enfrentar el problema con ponderaci�n y eficacia.
Esa falta de respuesta hace que la insubordinaci�n se empodere e incluso obtenga aliados en algunos sectores de la sociedad civil como los dirigentes del magisterio sindicalizado, algunas federaciones universitarias y algunos movimientos sociales afines al Gobierno (cuya radicalidad, empero, se ha atenuado conforme las autoridades han �bajado l�nea�).
El Gobierno debiera hacer entender a los insubordinados y a la ciudadan�a que sus demandas pueden ser clasificadas en dos �tems. Uno, aquellas que se justifican como reivindicaciones sociales: tener buen acceso a los servicios que presta la entidad castrense a sus miembros (hospitales, educaci�n, vivienda, etc.), eliminando barreras que provocan profundos resentimientos. El otro, el discurso ideol�gico de presunta lucha contra la discriminaci�n y la colonizaci�n.
Respecto a las demandas sociales, bien har�a el mando de las FFAA en atenderlas oportunamente y en forma similar a los beneficios que tiene el estamento de oficiales, jefes y comandantes. Es decir, la atenci�n a pacientes del hospital militar debe ser una sola y tanto el general m�s encumbrado como el suboficial reci�n egresado deben ser atendidos de igual manera. Asimismo, las oportunidades de ingresar a los diferentes institutos que mantienen las FFAA deben ser iguales para ambos estamentos, como tambi�n el acceso a programas de vivienda en funci�n, obviamente, del salario que se percibe.
Probablemente hay otras demandas similares que deben ser atendidas igualitariamente no s�lo como un derecho que asiste a los suboficiales y sargentos, sino porque responden a m�nimos criterios de equidad y, tambi�n, sentido de sobrevivencia.
Otro asunto, totalmente distinto, es equiparar a los suboficiales y sargentos con los militares que han seguido esta carrera a partir del Colegio Militar. Valga una comparaci�n: en un hospital trabajan m�dicos y enfermeros; los primeros han culminado un nivel superior de estudios y, como tal, tienen mayores responsabilidades que los enfermeros, por tanto, mayor ingreso y capacidad de mando que los enfermeros. Los militares profesionales han ingresado en el Colegio Militar, egresan como subtenientes y siguen la carrera militar que culmina en el generalato. En el caso de los suboficiales y sargentos, �stos egresan de la Escuela de Clases como suboficiales y llegan hasta sargentos. Ambos son parte de las FFAA y responden a una jerarqu�a previamente establecida y distinta. Se trata, por lo dem�s, de una organizaci�n universal.
La respuesta del Gobierno debe ir por explicar esta realidad y no por la de acusar a los dirigentes de los amotinados de presuntas inconductas personales como lo ha hecho, lamentablemente, el titular de Defensa, o de ser parte de un intento de golpe de Estado como han denunciado irresponsablemente otros dignatarios.
Es urgente, pues, que las autoridades est�n a la altura del desaf�o y solucionen este tema a la brevedad posible, y lo hagan respetando el marco institucional establecido en la Constituci�n Pol�tica del Estado y la ley de las FFAA. Ir por otros caminos, ser�a extremadamente peligroso.