Los añorados comisarios municipales
Los añorados comisarios municipales
Gastón Solares Ávila.- La gente mayor recuerda con añoranza a los comisarios municipales de antaño. Nuestras abuelas temblaban que suenen los “tocadores” de las puertas de las viejas casonas, cuando el comisario los hacía sonar en su tradicional estilo. Era, simplemente, para dejar el “comparendo” que conminaba al dueño o a la dueña de casa a pasar por la Intendencia, a pagar en el día la multa por no haberse barrido la calle en el área que correspondía a su inmueble.
El hecho de que la ciudad haya crecido no es un motivo para que su actividad, si acaso se decidiera volver al eficiente sistema del pasado, se vuelva inoperante, pues cada uno tendría asignada una calle o avenida de, por ejemplo, seis cuadras. Una acción enérgica de funcionarios preparados para el efecto, pudiera ser la solución para mantener la ciudad limpia, siempre y cuando se premie su labor y no se la castigue como ha ocurrido con varios intendentes del pasado no lejano.
Simultáneamente, hubiera que dejar instrucciones para que la basura sea colgada en ganchos especiales que la Alcaldía tuviera que proveer, colocándolos en las paredes, para evitar que los perros den cuenta de ella cuando se la deja en el suelo. Obviamente, todo en horario nocturno como debería ser también el recojo a cargo de EMAS, empresa que desesperadamente requiere que se le dé la infraestructura adecuada para ser eficiente.
De una vez por todas hubiera que exigirse una decidida acción municipal pues, por donde se camine, se ve un abandono total. ¿Cómo es posible por ejemplo que se autorice la colocación de relojes por toda la ciudad y no se obligue a la empresa que busca publicidad a mantenerlos en funcionamiento? Todos están parados. Los mismos comisarios pudieran tener a su cargo este control.
Es una pena que los ciudadanos se hayan acostumbrado a las deficiencias de la ciudad, pues se convive con ellas con una resignación alarmante. Autoridades y ciudadanos se han acostumbrado a nuestra situación actual y los jóvenes, que no conocen nuestras antiguas tradiciones, creen que así nomás es y así nomás tiene que ser, cosa que los mayores no estamos dispuestos a aceptar.
Ante la proximidad de las fiestas mayas, se han iniciado acciones de limpieza. Ojalá que se mantenga el entusiasmo todo el año y que la Alcaldía haga de esta práctica eventual un hábito permanente, porque sino es como si una persona se bañara sólo para su cumpleaños.
Es desesperante el ritmo lento de toda obra y de toda acción, pues se la anuncia y se la reitera y después no pasa nada. Hay negligencia hasta para impulsar que la gente cumpla su obligación. Para lo que sí hay eficiencia es para la publicidad de promoción personal, esa publicidad que debería estar dedicada exclusivamente a educar a los ciudadanos. Yo no conozco a ningún gerente de empresa privada que salga en sus spots publicitarios o su fotografía en los periódicos publicitando su propia imagen. Le pagan para que publicite los productos o servicios que produce la empresa que lo ha contratado. Lo mismo debería ocurrir en la función pública ya que los ciudadanos les pagamos sus sueldos para que trabajen.
Lo primero que vemos en guías telefónicas, en programas de actividades o en spots, es la fotografía de los directores, de los gerentes de cooperativas o de consejeros y concejales. Lo que sí sería plausible es que se publique la fotografía, por ejemplo, del mejor funcionario municipal, que muy bien pudiera ser uno de los comisarios a los que se refiere esta nota.
Por viaje del autor, esta columna se reiniciará el primer miércoles de junio.
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