La muerte del genio
La muerte del genio
Elena Zamora Porcel .- Dicen que la muerte iguala a todos; pero hay casos en los que este dicho, a pesar de encerrar una verdad profunda, no siempre es evidente, y para demostrarlo tenemos al más grande representante del Realismo Mágico en América, el célebre novelista GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, que no ha muerto, porque su nombre y sus obras han trascendido este acontecimiento, temido por muchos y esperado por pocos.
Los escritores de la Nueva Novela Contemporánea Surrealista en América como Mario Vargas Llosa, deben ser los que más sienten su deceso.
Gabriel García Márquez, “Gabo”, en su vida de escritor, es la cumbre que palpita y despierta asombro por su versatilidad en el manejo del lenguaje literario, su conocimiento profundo del corazón humano, su ciencia de la vida, su entrañable tarea que en horas y horas de trabajo, otorga al lector libros ricos de contenido y edificante diferencia.
El Premio Nobel de Literatura –1982– es autor de muchísimas obras como “Cien Años de soledad” –1967–, en la que los integrantes de la familia Buendía deambulan por la estancia en su tierra natal de Macondo durante cien años, y allí está Úrsula Iguarán, fundadora de la dinastía junto a Aureliano Buendía; sólo después de conocer al gitano Melquiades, se enteran que el mundo es más grande porque él les muestra los últimos inventos de la humanidad como el hielo, el imán, etc. que los deja absortos en su atraso; él se quedará finalmente junto a uno de los Aurelianos fabricando los pescaditos de oro.
Úrsula Iguarán, la fortaleza de la mujer dotada para asistir a toda su descendencia, que luego ve pasar su propio entierro. La invasión de las mariposas amarillas; la enfermedad del olvido de los habitantes de Macondo; el cloqueo de los huesos de Rebeca Buendía; etc.; el desarrollo de Macondo y su extinción después de la partida de la Compañía Bananera; la muerte del último vástago de la familia que nace con cola de cerdo; todos ellos y su carácter mágico realista constituyen la trama de la obra.
Con “Crónica de una muerte anunciada”, el insigne escritor nos muestra cómo en esos tiempos de la fundación de Macondo, la virginidad era una condición indispensable en el matrimonio, o cuando en “El coronel no tiene quien le escriba”, otra de sus obras, representa el desconocimiento y la ingratitud de parte del Estado a los servidores de la patria y es el gallo de pelea en el que tiene la pareja su único sustento.
El Premio Nobel de Literatura de Gabriel García Márquez es compartido en América Hispana por Miguel Ángel Asturias que con su obra “El señor Presidente” nos presenta a Cara de Ángel, un hombre bello como un ángel y malo como satán, que le da color a la obra.
Con Vargas Llosa, a través de las travesuras eróticas de “La Niña Mala” y su Felícito Yanaqué de “El hombre indiscreto” que nos amarran a su lectura.
Con el poeta Pablo Neruda, que escribe los versos más tristes de una noche, y Gabriela Mistral, la chilena que ora por la maestra, y muchos otros, como Juan Rulfo que hace de Comala una región en la que los muertos se comunican a través de susurros.
Todos estos autores de la narrativa contemporánea utilizan elementos como la interpolación de planos, la magia y la imaginación mezclada con la realidad, que nos hacen vivir horas de encanto y admiración.
La muerte del GRAN ESCRITOR ha dejado honda consternación entre los lectores del mundo actual y es en este suceso que se puede constatar que la Muerte NO iguala a todos, pues los grandes artistas, literatos, músicos, pintores, etc., viven a través de los siglos hasta nuestros días.
Gabriel García Márquez y los mencionados escritores junto a otros latinoamericanos ilustres, incluidos los bolivianos como Yolanda Bedregal o Blanca Wiethüchter, traspasan la barrera del tiempo; para lograrlo hay que ser grande entre los grandes; hombres o mujeres a los que la política no ha malogrado, no ha profanado su derecho de SER, no ha limitado su inspiración: Hombres libres, como todos quisiéramos ser.
|