Martes, 6 de mayo de 2014
 

EDITORIAL

Ucrania y un centenario que se debe recordar

Ucrania y un centenario que se debe recordar



Felizmente, entre los gobernantes del mundo han comenzado a oírse voces que recuerdan la cadena de desaciertos que condujo a la primera guerra mundial

Al iniciarse el mes de mayo, se han cumplido los primeros cinco meses del desencadenamiento de la crisis en Ucrania. Una crisis que si bien tuvo un muy largo proceso de incubación, se inició formalmente cuando el 1 de diciembre pasado miles de opositores tomaron físicamente la plaza de la Independencia de Kiev, exigieron la dimisión del gobierno y lograron su objetivo casi dos meses después cuando se produjo la destitución y posterior fuga del hasta entonces presidente Viktor Yanukovich.
Cuando eso ocurrió, las opiniones sobre el tema se dividieron. Para unos, los más optimistas, ese era el feliz desenlace de una batalla emprendida por jóvenes inspirados en causas nobles y que al haber logrado su objetivo inaugurarían, con el nuevo gobierno, una época de estabilidad política y bienestar económico para su país. Para otros, lejos de ser el fin del conflicto, el derrocamiento del régimen de Yanukovich no sería más que el comienzo de una tragedia cuyas funestas consecuencias se prolongarían en el tiempo y trascenderían todas las fronteras.
Los cinco meses transcurridos han dado la razón a las más pesimistas previsiones. Ahora, ya de nada valen los esfuerzos para minimizar la gravedad de la crisis desatada y con cada hora que pasa se hace más inútil cualquier intento de negar el carácter de guerra civil que ya tiene el conflicto. Y a juzgar por los más recientes acontecimientos, no es una pequeña guerra civil la que está iniciándose sino una que ya amenaza con ser una de las más cruentas de los últimos tiempos y amenaza por extenderse más allá de las fronteras ucranianas.
Las razones que dan fundamento a las más pesimistas interpretaciones sobre lo que está pasando en Ucrania son abundantes. Es que en esa parte del mundo, como todas las que marcan la línea fronteriza entre Europa y Asia, se concentran todos los motivos que a lo largo de la historia de la humanidad han sido causantes de las peores guerras.
Enormes intereses económicos actuales, sentimientos y resentimientos étnicos abonados durante siglos, discrepancias religiosas, disputas por el control de regiones de enorme importancia geopolítica, entre muchos otros, son algunos de los factores que en Ucrania se están alineando para dar como resultado una mezcla explosiva mucho más peligrosa que todas las que durante las últimas décadas han puesto en riesgo la paz mundial.
En esas circunstancias y dados los antecedentes, cada vez suenan menos exageradas las voces de quienes comparan el escenario geopolítico actual con el que antecedió al 28 de junio de 1914, fecha que marca el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Hasta hace poco, cualquier comparación con las semanas previas a esa fatídica fecha parecía una desmesura. Ahora, a medida que el 28 de junio se acerca en el calendario, ya no es sólo en los círculos académicos ni entre expertos estudiosos de la historia que se multiplican los llamados a recordar lo que pasó hace un siglo. Felizmente, también entre los gobernantes del mundo, pero sobre todo entre los más directamente involucrados, se han oído durante los últimos días convincentes exhortaciones para entre todos evitar que los errores del pasado se repitan.