Jueves, 8 de mayo de 2014
 

SURAZO

Un demente llamado Percy

Un demente llamado Percy

Juan José Toro Montoya

Me niego a aceptar la versión, alimentada por el último escándalo municipal, en el sentido de que los cruceños son machistas y misóginos y es por ello que toleran las tropelías del alcalde Percy Fernández.
El cruceño –o camba, si se acepta el uso extendido de ese bolivianismo– es de esencia jovial, tanto que muchas veces puede degenerar en dicharachero, pero no por eso está exento de nobleza y decencia.
La gente que cree que los cambas son desmedidos al extremo de ver como algo natural el maltrato a las mujeres los está calumniando. Lo que pasa es que, como en toda sociedad, existen algunos que llevan su conducta a extremos pero no por ellos se puede juzgar al resto.
Creo que la sociedad cruceña reaccionó tímidamente ante la última barrabasada de su alcalde por una elemental vergüenza ajena. Se avergonzaron de lo que hizo su alcalde y prefirieron guardar silencio.
Pero esa deducción no es suficiente para explicar el apoyo popular del que goza Fernández.
La última encuesta de percepción política, ejecutada por la empresa Tal Cual, reveló que Percy es el alcalde con mayor aceptación de Bolivia. El 53 por ciento de los consultados en Santa Cruz dijeron que aprueban mucho a su alcalde y el 33 por ciento respondió que lo aprueba poco. La suma da un apabullante 86 por ciento de aprobación.
Si alguien dice que esa encuesta se realizó antes del escándalo provocado por el manoseo de Percy Fernández a una periodista no está tomando en cuenta ni el contexto ni los antecedentes.
Percy es, en esencia, hombre de escándalos y antes de la encuesta ya se reportó que besó por la fuerza a una trabajadora petrolera y después manoseó a una concejala (que, por cierto, dejó pasar el abuso como si nada).
Estos hechos son sólo aquellos que las cámaras pudieron captar porque existen referencias de muchos otros. Ya en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuando Percy era uno de sus hombres fuertes, el alcalde se puso de cuatro patas e imitó a un perro que intentaba meter el hocico en el trasero del entonces presidente. Desde entonces tengo serias dudas sobre la sanidad mental del burgomaestre cruceño.
¿Estará loco Percy Fernández? Ni siquiera los cambas más dicharacheros se comportan en público como él lo hace. Un camba puede ser osado, incluso atrevido, pero saber respetar sus límites. El alcalde de Santa Cruz pasa por encima de todos, de todas, pese a que es un servidor público y, consiguientemente, un hombre público que le debe respeto a la gente.
En Medicina y Psicología se llama demencia al “deterioro progresivo e irreversible de las facultades mentales que causa graves trastornos de conducta” y los sucesos de tantos años nos llevan a la inevitable conclusión de que Percy está en ese camino, o llegó a su final hace largo rato.
Sólo Dios y los cruceños saben por qué estos lo aguantan tanto y lo siguen votando. Olvidando su pasado gonista, el presidente Evo Morales piensa llevarlo nuevamente a un cargo electivo. Los resultados de esa votación nos darán mayores elementos de juicio no sólo sobre la preferencia electoral de los cruceños, sino también sobre su forma de ver el mundo.