Viernes, 16 de mayo de 2014
 

BARLAMENTOS

Corrupción, delincuencia y violencia sexual

Corrupción, delincuencia y violencia sexual

Winston Estremadoiro.- Recibo un periódico de a peso con dieta diaria de truculencias y delitos. Quizá poco representativo, dan la impresión de que en nuestro país aumenta la corrupción, la criminalidad y violencia sexual. Son el pan de cada día de elementos poco letrados de la sociedad. Sostengo que ensalzan a delincuentes. El Gobierno censura el destape de sus fechorías. Se hacen héroes reincidentes a delincuentes al permitir que tapen su cara, no por vergüenza, sino para ser poco conocidos. “Se la buscó”, piensa el vulgo y quizá más intolerantes son las mujeres, cuando un trío de maleantes violan a una chica luego de embrutecerla con trago, chacota y a veces, droga.
Los tiempos han cambiado. Recuerdo que al sufrir el torrente hormonal de la pubertad, las únicas revistas para los que llamamos ‘pajones’ en mi tierra, eran un pasquín en papel barato que publicaba fotos de vedettes regordetas, y una revista pionera de lo que hoy es educación sexual. Luego vino el destape sexual en los países desarrollados, los ‘Playboy’ de pobres en la edición de viernes de los diarios, los calendarios que venden con destaque de “modelos” escasas de ropa. Hoy en día, la revolución de las comunicaciones lista miles de sitios de pornografía. Los medios televisivos imponen dieta diaria de sexy presentadora, salpicada de torneos de belleza que se han vuelto fuente de amantes para poderosos, o fantoches, de turno.
Pero si de corrupción, delincuencia y abuso sexual se trata, está el caso de Nigeria, país maldecido por su riqueza petrolera y su excesiva población de 170 millones casi divididos a mitades entre cristianos y musulmanes. Allí se libra una guerra de las muchas que ha nutrido la religión en la historia mundial. Los islámicos acosan a cristianos, principalmente católicos, propiciando cosecha de santos mártires de la fe que no serán tan conocidos como San Juan XXIII y San Juan Pablo II.
Islamistas de turbante y Kalashnikov disfrazan una pugna separatista con el odio a lo occidental. Se denominan Boko Haram, “la educación occidental es un pecado”, y el trasfondo es fanatismo religioso. En efectivo intento de aterrar a los padres para disuadir de que envíen a sus hijas a escuelas no islámicas –léase cristianas– 85 escuelas han cerrado. En un último asalto, 300 niñas han sido secuestradas, aunque el gobierno local lo minimiza a ‘sólo’ la mitad. Hace poco se llevaron a ocho niñas más.
A pesar de pedidos de piedad de los padres, la opción es clara: esposa sumisa, esclava sexual o muerte. Una que escapó relató que “preguntaron si era cristiana o musulmana”. Reveló que era cristiana, y virgen. Después, “trajeron a un hombre y me dijeron que debía convertirme al Islam y casarme con él. Menos afortunadas son las violadas “hasta 15 veces por día”; la alternativa es ser degolladas. Ahora el líder insurrecto amenaza que venderá a las cautivas. Flaco favor al Islam que clame que “Alá me dice que las venda”. Siniestra exportación es vender niñas en la frontera con Chad y Camerún, de 9 a 12 dólares por cabeza. Podría repetirse que algún pedófilo boliviano se compre alguna, para traerla a la republiqueta del Chapare de sirvienta cautiva, esclava sexual y paridora de hijos.
Nigeria tiene una de las Fuerzas Armadas mejor equipadas de África. Pregúntense el denominador común de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Corea del Sur, EE.UU, Bélgica, Suecia, Rusia, Suiza: son proveedores de sus armas y equipos bélicos. Fuentes informadas cuestionan por qué semejante máquina de guerra no apaga la insurgencia de los islámicos fundamentalistas. Algo debe tener que ver la persuasión religiosa de mandamases que dan mayor peso a ganar las elecciones presidenciales.
En nuestro país, nótese el reguero de noticias populacheras que se leen en sillas de lustrabotas. Un mozalbete de 14 años que viola a niño de cuatro en Sacaba. El alcalde mete mano en Santa Cruz, hoy contrito tal vez de dientes para afuera. Una que pasea las calles semidesnuda, pero pintada en Francia. La estrella de cine que confiesa ser de doble filo. Lean las ofertas de sexo en los diarios, que aunque amarillas en su descaro, a mi edad son más risibles que provocativas.
Quizá tiene razón el primer ministro chino recomendando diez aspectos a los países emergentes, incluido el nuestro sin merecerlo, que de acuerdo a su lumbrera de veintitantos mil libros, estaría a un tris de alcanzar a Suiza. Wen Jiabao señaló que urge eliminar los ‘factores hipócritas’, donde la ley atiende el lado teórico y la realidad es otra. Así lo ha hecho China en los últimos lustros. Menciono y modifico tres de sus recomendaciones: tal vez enderezarían la corrupción, la ola delincuencial y la violencia sexual.
¿No la pensarían dos veces los corruptos, si impusieran castigo ejemplar a los vivillos en vez de premiarles con embajadas u otras prebendas? Los chinos les mandan al paredón, aparte de devolver lo robado. En Bolivia, bastaría la cárcel a delincuentes de cuello blanco y el cepo colonial en plazas a pícaros de poca monta. En la antiquísima China, existe la pena de muerte para el autor de crímenes atroces; en mentiroso país de más de 5.000 años de ‘cultura’ aymara, me conformo con la “ley de fuga” y que atosiguen féretros en vez de cárceles. Por ahí gustan la dosis de su propia medicina que dicen se aplica en la chirona: por eso bastarían uno o dos cortes de pene para disuadir a violadores; que pegadores de mujeres limpien cloacas, rapados y con chaleco amarillo que destaque su cobarde exceso. Y ¡la censura social real!