¿ES O NO ES VERDAD?
Elecciones 2014
Elecciones 2014
José Gramunt de Moragas, S.J.
Hace un par de meses me ocupé de las elecciones del próximo octubre. ¿Elecciones, para qué? Este era el título de mi artículo La misma incógnita se han venido planteando varios columnistas en la prensa independiente. La misma duda se la plantean muchos ciudadanos que piensan por sí mismo o no por la oratoria del locuaz jefe. ¿Para qué iremos a votar si ya sabemos de antemano el resultado: Don Evo y Don Álvaro serán los predestinados. Por tercera vez. ¿Hasta cuando? Esta convicción genera el abstencionismo. No voto ni por uno ni por otro, sino todo lo contrario…
Lo curioso es que la reelección presidencial consecutiva no es privilegio tan sólo de Bolivia. La misma pirueta seudolegal se ha instalado en Venezuela y Ecuador. Sus presidentes llegaron persuadirse de que ellos son los predestinados por los dioses. Este fenómeno es una excrecencia del trasnochado Socialismo del Siglo XXI. Se comprende: una vez que se ha ganado el poder por medios legítimos, no es fácil desprenderse de sus encantos. Los encaramados en el poder harán todo lo posible por mantenerlo y no soltarlo.
La oposición, por su lado, anda en dimes y diretes tratando de llegar a algún acuerdo: si tú me apoyas, yo te apoyo. Aún así, el jefe del partido JSM, Juan del Granado “no ve posible pensar en frentes únicos ni candidatos únicos”. Como es lógico habrá varios frentes, cada uno con sus propios candidatos. El “único” propósito de la votación opositora será restarle votos al binomio predestinado y conquistar alguna representación parlamentaria.
Ahora bien, por encima de todo lo conocido y previsto, salta a la palestra un nuevo jugador: la red social que se va formando alrededor de las opiniones que difunde el politólogo Jorge Lasarte bajo el título de “Mi voto vale”. Creo que el propósito de esta iniciativa es movilizar a los ausentistas, a esa “quinta columna silenciosa”, formada por gente que, desalentada por la convicción de que su voto no vale para cambiar las cosas, había optado por quedarse en casa y contemplar el gran espectáculo electoral.
Sabemos que la abstención –cuando no es por motivos imponderables– es una renuncia voluntaria y silenciosa a ejercer el derecho al voto, en lugar de votar por una de las candidaturas. O por la falta de interés en participar del juego electoral. Es el conocido “nomeimportismo” por desencanto del sistema político. O por haberse sentido frustrado frente a las facilotas promesas demagógicas de cambio.
Hete aquí que aparece un nuevo actor que, desde un diminuto aparato en su despacho, propaga libremente sus opiniones a millones de receptores: eso que hoy llaman red social. No sería la primera vez que en otras partes del mundo, ese aparatito, cuyos mensajes se multiplican por millones, ha desbaratado todos los pronósticos de voto.
Esto no quiere decir que en el actual proceso electoral, el “aparatito” vaya a derrotar a la candidatura predestinada. Pero sí que va a movilizar a muchos abstencionistas de primera hora. Y lo más probable es que esos votos beneficien a una determinada candidatura de la oposición.
En el variado espectro electoral hay de todo. Los de formal corbata, los de camisa deportiva, los que se presentan con su colorido poncho, su llujchu y su sombrero protector de los rayos del sol altiplánico. A pesar de tanta variedad, tendremos más de lo mismo.
No hace falta leer en la hoja de coca para adivinar que el binomio Morales-Linera se llevará el “Oscar”. ¡Pero que digo, si la codiciada estatuilla es uno de los símbolos más colonialista del detestable imperialismo yanqui!
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