EDITORIAL
Ni traidores ni separatistas, sólo medios
Ni traidores ni separatistas, sólo medios
Los medios nos esforzamos por prestar el mejor servicio posible a una ciudadanía que comienza a cansarse del manipuleo informativo
La retórica oficialista en contra de los medios de comunicación ha incluido nuevos calificativos a los que no satisfacen sus intereses: “traidores a la patria”, “defensores de intereses chilenos”, “voceros de los separatistas”, que son repetidos sistemáticamente.
Se trata de una adjetivación que no tiene justificativo alguno y sólo se explica por la vocación autoritaria que cada vez se hace más difícil esconder. Habrá que recordar que la tarea de los medios es informar no en función de intereses particulares –cualesquiera sean– sino del bien común. Es decir, el periodismo profesional informa sobre lo que se entiende beneficiará a la gente para el desarrollo de sus actividades cotidianas.
Sin embargo, los voceros del Gobierno –ayudados lamentablemente por inteligentes colegas y ex dirigentes sindicales del gremio devenidos militantes tardíos de esta administración– quieren introducir en la mentalidad de la gente que o se está con el proceso del que ellos forman parte o se está su contra. No toleran que haya un pensamiento crítico y quieren imponer una agenda informativa hábilmente preparada, pero que el periodismo que se respete debe interpelar, explicar y evitar.
En este contexto, son dos los temas que ahora molestan al régimen. El primero es el seguimiento a la política marítima que ha diseñado y que ha recibido una general aceptación. Lo que aparentemente irrita a algunas autoridades es que los medios informemos u opinemos sobre el tema con la debida ponderación y prudencia. A guisa de ejemplo, no habrá que cansarse de repetir que en la misma medida en que se afirma que esta estrategia es novedosa, ha provocado desorientación en Chile y genera simpatía internacional, debemos desde la sociedad velar porque las autoridades cumplan su oferta de no utilizarla para beneficio de sus intereses sectarios. Así, en la misma medida en que se aplauden los esfuerzos del Primer Mandatario para impulsar procesos de acuerdo al respecto, seguiremos denunciando los intentos por subalternizar esta política a eventuales intereses personales o de grupo.
Otro tema que genera malestar en el ámbito oficial es la información sobre el caso Rózsa en el que cuatro ciudadanos –más allá de sus presuntas culpas– fueron ejecutados por fuerzas policiales y gubernamentales. Que un funcionario como el ex fiscal Marcelo Soza haya sido una ficha importante de la estrategia gubernamental para desbaratar a una corriente opositora radical en Santa Cruz, muestra cómo se ha manejado el tema, y que ahora que esa ex autoridad (a la que se otorgó amplio poder, del que usufructuó sin límite y con conocimiento de las autoridades de gobierno) se ha dado la vuelta, se quiera amedrentar a los medios para no informar sobre el caso, es moralmente inaceptable.
En esta línea, hay que insistir una vez más en que los medios no somos ni traidores a la patria ni voceros políticos ni separatistas. Somos medios de información que nos esforzamos por prestar el mejor servicio posible a una ciudadanía que comienza a cansarse del manipuleo informativo desde las esferas oficiales del poder.
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