Miércoles, 21 de mayo de 2014
 

DESDE LA TRINCHERA

La batalla decisiva por los escaños

La batalla decisiva por los escaños

Demetrio Reynolds.- A diferencia de la oposición: desorientada, dispersa y sin liderazgo, el oficialismo avanza a paso firme, por etapas definidas. La que antecede a la meta final es la de octubre, aquella que pasa por la reforma de la Constitución para la reelección indefinida. Es el libreto común de la ALBA. Estaba en eso el finado Chávez; en Nicaragua ya la tienen expedita y Correa apunta hacia ese mismo horizonte. ¿Será necesario decir que el comando anacrónico que incita a esa aventura es Cuba? Van en pos de ese modelo, aunque lo ven (a lo mejor no) en el suelo, tras la caída del Muro y la desaparición de la Cortina.
Las otras etapas las tiene ganadas. El voto duro y ciego de los “originarios” está garantizado; es su feudo político incondicional. La tierra camba, antes tan rebelde y reacia a la sumisión, ahora es una plaza conquistada; le va llenando de halagos para asegurarse su voto. Patria nueva, la red del canal estatal más los paraestatales denunciados por Raúl Peñaranda, hacen en conjunto el monstruoso aparato comunicacional a su servicio. En lo que hace a la estructura interna del poder, todo está bajo su jurisdicción y dominio. El TSE es parte de ella.
La segunda reelección del jefazo está virtualmente consumada. Pero aún queda una carta por jugar, y es cosa de vida o muerte para la democracia. Es la que aún tiene en sus manos el soberano; éste ya no es tan confiable como antes, por eso le tienen pavor; por ahí le puede salirle el tiro por la culata al oficialismo, como sucedió con los jueces (“rechaza el engaño”); puede rechazar también este otro engaño. Es la carta del verdadero poder. Ya lo hemos visto, actúa incluso por encima de la CPE. Depende de cuánto logre tener el MAS –entre diputados y senadores– para sentirse derrotado o victorioso.
El TSE está cumpliendo a cabalidad su papel. El nuevo mapa electoral, el reglamento específico, más las jurisdicciones ordinarias y de privilegio (especiales), consultan con gran perspicacia la estrategia y el mecanismo necesarios para los intereses de sus mandantes; ni puede ser de otra suerte: ellos les nombraron, ellos les pagan. El aparato electoral funcionará con todas las condiciones potencialmente favorables para elegir a diputados y senadores afiliados al partido de gobierno. No es casual que Santa Cruz capital no haya perdido en la distribución, como los otros del interior. ¡Las decisiones del Tribunal están fríamente calculadas!
Vistas así las cosas, son inútiles las protestas y los reclamos de los afectados con el reajuste de los escaños. A fin de cuentas, ¿para qué les sirve tener menos o tener más “honorables? La Asamblea (asamblea es y no congreso) funciona exactamente como un sindicato, bajo consigna y con el centralismo democrático (dictadura sindical), donde sólo hay que obedecer, sin pensar. El que manda es el Ejecutivo; éste hace cualquier cosa con o sin apoyo parlamentario. En términos cualitativos, vale más un honorable de reales méritos que cien “levantamanos” en línea.