Jueves, 22 de mayo de 2014
 

EDITORIAL

Hacia un giro en las relaciones con Irán

Hacia un giro en las relaciones con Irán



Tanto desde el punto de vista económico, como político y diplomático, es una buena noticia que se cierre una etapa en las relaciones con Irán

Dos noticias han dado cuenta durante los últimos días de la finalización de una de las etapas más penosas de la diplomacia latinoamericana y nacional. Se trata de la disolución de los pocos lazos económicos que todavía quedaban entre la República Islámica de Irán y los países miembros de la Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América (Alba), además de Argentina, cuya Cancillería jugó un papel indigno en el de congraciarse con el régimen iraní.
La primera noticia a la que nos referimos es el cierre de las oficinas de la Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC) en Venezuela, con lo que llegó a su culminación un proceso de desmantelamiento de los proyectos bilaterales en los que Hugo Chávez y Mahmud Ahmadinejad involucraron a sus respectivos países. Poco antes, en abril pasado, algo similar había ocurrido en nuestro país cuando la empresa hidrocarburífera iraní cerró sus puertas en Bolivia.
La segunda noticia proviene de Argentina y se refiere a la decisión de un tribunal judicial bonaerense de declarar inconstitucionales los acuerdos suscritos entre ese país e Irán sobre la investigación del atentado perpetrado en 194 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires, cuya autoría fue atribuida al gobierno de Irán.
Para Irán, ninguno de los hechos que comentamos es importante. Es que desde hace ocho meses, cuando el actual presidente Hasán Rouhaní se impusiera en las urnas, las prioridades de ese país cambiaron radicalmente. El desastroso estado en que Ahmadinejad dejó a la economía iraní y las pésimas relaciones diplomáticas con todo el mundo, con contadísimas excepciones como los países de la Alba, obligaron al nuevo mandatario a dar un viraje radical y se inició la marcha atrás en todos los despropósitos económicos, políticos y militares en que su predecesor embarcó a su país hasta llevarlo al borde del desastre.
Para Venezuela, en cambio, y en menor medida para Bolivia, el alejamiento de Irán tiene una carga simbólica muy importante pues se constituye en una prueba más de lo disparatados que eran los fundamentos teóricos y prácticos del “Socialismo del Siglo XXI”.
Bajo la conducción de Hugo Chávez, durante los ocho años durante los que duró la alianza con Irán suscribió más de 200 contratos por varias decenas de miles de millones de dólares, la mayoría de los cuales fueron rotundos fracasos. Ambos países llegaron incluso a constituir un banco binacional que sólo sirvió para el lavado de grandes cantidades de dinero de oscuro origen, por lo que el costo económico de la aventura es para Venezuela también muy grande.
En nuestro país, felizmente, aunque no fue poco lo que se hizo en nombre de la hermandad entre ambos pueblos, la presencia iraní no llegó a los extremos venezolanos. Apenas fueron 200 millones de dólares los que fueron contratados para la industrialización del litio, la exploración petrolera, la construcción de fábricas de productos lácteos y de textiles y la implementación de un canal de televisión cuya verdadera naturaleza se mantiene en el misterio.
Tanto desde el punto de vista económico, como político y diplomático, es sin duda bueno que se cierre una etapa en las relaciones con Irán y que se ponga fin a los desaciertos que la caracterizaron.