Viernes, 23 de mayo de 2014
 

EDITORIAL

La soledad del poder

La soledad del poder



La declaración presidencial, con todo lo dura que es, también es una señal para que sus colaboradores modifiquen su forma de actuar

La confesión hecha por el Presidente del Estado sobre sus ministros ha sido contundente: “No me fío de ellos. A veces se les olvidan las cosas o no me cuentan la verdad”. Para rematar, en un intento por precisar la declaración presidencial, el Vicepresidente ha ratificado que “no siempre los ministros han dado un informe completo de las cosas que suceden (...) No solamente hay que informar lo bueno de lo que uno hace, más bien hay que informar lo malo que uno está haciendo para mejorar. Pero eso requiere una modificación de la estructura interior casi ética de las cosas (...) y tiene razón en reclamarnos permanentemente a sus colaboradores de que así nos comportemos”.
Duras sindicaciones que adquieren mayor gravedad cuando ninguno de sus colaboradores en el gabinete ministerial ha presentado una condigna renuncia que, por lo menos, sea una señal de que requiere, para continuar en funciones, de una ratificación de confianza. ¿Será el temor de que al proceder de esa manera el Primer Mandatario pudiera prescindir de sus servicios? Así, lo único que se puede concluir es que esa indiferente reacción podría, cuando no debería, aumentar la desconfianza.
En el desarrollo de nuestra labor, desde los medios, como se ha ido señalando en varias oportunidades –incluso obteniendo como rédito la mayor agresión de algunos dignatarios– se ha podido observar que varios de sus colaboradores no informan lo suficiente o informan mal al Presidente del Estado. En muchas oportunidades, el Primer Mandatario muestra tener prejuicios que le inducen a cometer errores en sus ataques generalizados debido, precisamente, a la falta de una correcta información.
Sin ir muy lejos, su reacción ante el periódico La Razón acusándolo de asumir un presunto alineamiento con posiciones chilenas o cuando insiste en que los medios, al difundir los hechos relacionados con los casos Soza y Rózsa, se convierten en aliados el separatismo, sólo pueden ser consecuencia de esa mala información recibida. Lo mismo ocurre cuando se le asegura que algunos proyectos de ley han sido acordados y redactados conforme a ley, para que al poco tiempo se demuestre que no sólo que no fueron concertados sino que violan la Constitución Política del Estado.
También se puede constatar que en muchas oportunidades el Presidente es mal informado en temas relacionados con áreas productivas y sociales, en las que los ministros responsables del sector adoptan acuerdos o resoluciones que en algunos casos incluso contrarían su posición y de los que el Primer Mandatario sólo es informado en forma parcial.
Se trata de botones de muestra de lo que se denomina “la soledad del poder”. Pero, en este caso, al mismo tiempo que la declaración presidencial es dura, también es una importante señal para que sus colaboradores modifiquen su forma de actuar. En este sentido, se trata de una valiente confesión que somete a sus colaboradores al desafío de recuperar el sentido ético de su responsabilidad, la moral que los debe guiar, la confianza perdida, así como un renovado sentido de dignidad humana.