BARLAMENTOS
La segundita mi alma sobre el Túpac Katari
La segundita mi alma sobre el Túpac Katari
Winston Estremadoiro.- El satélite Túpac Katari (TK-1) es otro de esos proyectos descabellados, faraónicos y poco prioritarios. Pronto hará mitosis en otro, tal vez para tapar el embuste del primero, sin que sepamos si el eventual sobreprecio fue ‘avivada’ del comisionado, del que comisionó, o de ambos. Mi artículo ¿Cuento chino o mamada corrupta? propició reacciones sorprendentes. Un lector criticó que meta la cuchara en cuestiones técnicas, como aquella que si el TK-1 circunda en una órbita de 3.200 o 36.000 Km de la Tierra. Otro objetó que minimice la importancia de aprender idiomas nativos.
¿A qué distancia los satélites dan vueltas alrededor del planeta? Bueno, depende de su tipo. Unos son orbitales y otros suborbitales; de comunicaciones o de observación remota. El TK-1 es orbital; en otras palabras, gira con la Tierra a más de 32.000 Km en el llamado Cinturón de Clarke, y apunta su ‘ojo’ a un mismo lugar: Bolivia. Es pesado y de uso en comunicaciones, principalmente.
¿Permite el satélite Túpac Katari aprender idiomas u otros usos? Sí, con ciertas salvedades. Una, la infraestructura para aprovechar los datos que deseen difundir en remotas regiones patrias. No es solo cuestión de un par de estaciones terrenas, sino que requerirán varias. Dos, según su tecnología, su costo varía tanto como el de una herramienta china comparada con una alemana.
El reciente satélite peruano es de prospección remota (remote sensing), suborbital que da vueltas a distancia menor del planeta. Es liviano y toma fotos digitalizadas multi-temporales, por lo que sirven para usos militares, pronósticos de clima y desastres, e identificación de recursos minerales. Resaltan sus usos para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Asimismo, evalúan recursos hídricos, agrícolas y de planificación urbana.
Sin mencionar a todos los países que en el mundo cuentan con satélites, tal vez la mayoría no pretende ser ‘una potencia espacial’ ni redoblan tambores como Bolivia. En Sudamérica, Brasil tiene 11, Argentina 10, Chile 3, Perú 2, Venezuela 2, Colombia y Ecuador a uno. Uruguay negoció con Venezuela el 10 por ciento del uso de uno de sus satélites. Paraguay y Surinam, aparte de las otras dos Guayanas coloniales, son los únicos que no los tienen. EE.UU domina la tecnología y los usos militares del hardware, software y el manware de los satélites. La variable que define el avance tecnológico es disponer del know-how para fabricar sus propios aparatos. Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia lo poseen. Sin embargo, todos dependen de EE.UU, Rusia, la Unión Europea y China para lanzarles al éter.
Sigo sosteniendo que aún muerto el locuaz y dispendioso Hugo Chávez, para discernir lo que pasa en el plano político de Bolivia basta mirar en espejo venezolano. En el país del padrino del régimen de Evo Morales, primero se embarcaron en un satélite de telecomunicaciones, que tal vez sin costar tanto como el TK-1, sirve para “Internet, telefonía, televisión, telemedicina y teleeducación”. Pero también para “consolidar los programas y proyectos del Estado”, aún en los lugares más remotos. En Bolivia, ¿qué tal si el satélite Túpac Katari se mal usa para un esquema antidemocrático, andinocéntrico y prorroguista?
De toda forma, el satélite Túpac Katari es como un témpano que afectará la economía del país. Su parte visible cubre el costo del satélite, su envío a una órbita geoestacionaria y dos estaciones de control en El Alto y La Guardia. No se conoce ni se ven los costos de recibir y difundir la información rebotada por el TK-1. De poco sirve un libro si no sabes leer. ¿De qué sirven laptops que cuestan recursos y distorsionan prioridades del pueblo boliviano? Trancarán puertas cuando necesiten repuestos o reparaciones.
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