CON ESCALPELO
La justicia, artículo de consumo
La justicia, artículo de consumo
VeDOBLE.- Linajuda, de fina estirpe, la Diosa Temis es una dama tetuda, con los ojos vendados, balanza en la diestra y espada en la siniestra. Los griegos, maestros del simbolismo, la representaban ciega porque no debía discriminar, usando la balanza para ser ecuánime y, llegado el caso, cortar sin asco cabezas culpables con la espada. Lo de las tetas, no sé. ¿Representaban la majestad de la Justicia? A decir verdad, se codeó siempre con los poderosos; pero con disimulo. Hoy ha perdido todo recato, anda volando bajo, por lo menos en Bolivia, pues es manoseada por la plebe y abre bien los ojos para usar su espada como más conviene.
Nunca ha sido igual tener botas u ojotas; pero el poder es fluctuante: un tribunal especial liberó de culpa a los militares implicados en los sucesos de octubre; pero ¿acaso la espada no es también un símbolo castrense? Quizá una decisión judicial se llama “fallo” no sólo porque los jueces –seres humanos al fin y al cabo– cometen errores, pues la administración de justicia ha caído tan bajo que se cotiza como cualquier cosa fungible y mensurable. Como “pipocas”, emparedados o joyas, se venden en empaques diversos, con gusto y sabor a pedido de los interesados.
Aunque ciega –mujer al fin– no era sorda y sus orejas estaban bien abiertas para las malas lenguas o, peor, para las insinuaciones de los poderosos. Es que el hombre nunca ha hecho algo perfecto, ni siquiera en la filosófica Grecia, y peor en Bolivia, que nunca ha tenido gobernantes con sesos. No podemos aspirar a una justicia perfecta aquí abajo, y por eso creemos en una justicia divina; pero en Grecia, por lo general, si alguien robaba al Estado, rodaba su cabeza, pues ningún fuero ni partido político protegía a ladrones y delincuentes.
Eso era antes, y lejos de aquí. Hoy, la Justicia es un artículo de consumo con calidades diversas, de acuerdo a la capacidad del comprador. Hay una Justicia Ordinaria –tosca y barata, como su nombre lo indica– y jurisdicciones o cuerpos de leyes diferenciados, que funcionan con sus propios mecanismos y administradores. Quienes están sometidos a los tribunales ordinarios, son también seres ordinarios, de baja calidad, y sólo les queda la fe, no en los tribunales, sino en una justicia divina que les redimirá de las aberraciones de la justicia terrena. En este perro mundo, la Diosa Justicia usa un balancín para volatineros con fueros, inmunidades, tribunales especiales y refugios políticos.
Para los griegos, había un equilibrio natural que regía la vida de las personas y de la sociedad, y si alguien alteraba esta armonía debía reparar el daño inferido, para restablecer el orden original. Este principio elemental obligaba a castigar todo tipo de delito, y no podía darse ninguna impunidad ni privilegio. Por eso, para personificar su ideal de justicia, inventaron una Diosa con ojos vendados, con balanza, espada y grandes tetas. Hoy, la venda significa ceguera absoluta, la balanza está alterada para sisar en la compraventa, la espada se cierne sobre los débiles, y las tetas representan la lascivia del poder.
Entonces, ¿debemos escandalizarnos por los cotidianos linchamientos de presuntos delincuentes o por los sucesos de Ayo Ayo? Nadie que tenga dos dedos de frente puede creer en la llamada “justicia comunitaria”; pero la violencia es inevitable si la ley y los tribunales no sirven para imponer una justicia verdadera. No es para reírse. Las próximas víctimas podrían ser los jueces, y justos pagarán por pecadores.
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