EDITORIAL
Chuquisaca, por un cambio de mentalidad
Chuquisaca, por un cambio de mentalidad
Está visto, pues, que el futuro de Chuquisaca no depende tanto de la voluntad ni de la dádiva de los gobernantes de turno cuanto de ese tan anhelado cambio de mentalidad de nuestros propios líderes y de los chuquisaqueños en su conjunto
Qué mejor que este 25 de Mayo –205 aniversario del Primer Grito de Libertad de América– para hacer un alto y reflexionar, con mirada autocrítica y constructiva, sobre el estado en que se encuentra Chuquisaca con relación a los últimos diez o veinte años. ¿Cuánto ha cambiado y mejorado la realidad de nuestro departamento, y de Sucre en particular, en ese período?
Habrá, como es de esperar, múltiples y distintas interpretaciones, según el lente con que se mire, más todavía si tomamos en cuenta que transitamos por una nueva coyuntura preelectoral en la que los actores políticos, de uno y otro bando, buscarán el favor de la opinión pública.
E independientemente de los acostumbrados informes oficiales sobre el estado y ejecución de obras y proyectos públicos, la realidad incontrastable es que Chuquisaca sigue entre los últimos departamentos de Bolivia en cuanto a sus índices de pobreza y desarrollo humano, así como en el desarrollo de infraestructura productiva y vial.
Pero ese escenario cobra una gravedad de ribetes alarmantes si tomamos en cuenta que el Departamento de Chuquisaca, y su Capital, Sucre, atraviesan por una crisis institucional y de liderazgos sin precedentes.
Y la causa para que esa situación, en vez de revertirse tienda a ahondarse, radica en la inercia y en la falta de visión y compromiso de los propios chuquisaqueños, así como de sus autoridades y dirigentes, que antes de empujar el carro del progreso en una misma dirección, se empeñan en promover y alimentar mezquinas disputas internas, y pequeñas rivalidades de grupos de poder que amenazan con demoler las instituciones que otrora le dieron nombre a la ciudad.
"Pueblo que no pasará nunca de cierta medianía", llamó a nuestra ciudad con agudeza Gabriel René Moreno, en su clásica obra "Los últimos días coloniales en el Alto Perú". Si tal calificativo le pareció justo para definir nada menos que a aquella Villa de Plata que se levantó contra el dominio español en 1809, qué podría decir ahora de este mismo departamento que, en la segunda década del siglo XXI, no consigue romper las barreras de su propio enclaustramiento mental.
Por eso es que, en este nuevo aniversario de la gesta de 1809, centramos nuestra atención en los circunstanciales conductores políticos, públicos y cívicos de Sucre y Chuquisaca y –por qué no decirlo– también en los actores privados y sociales. Son ellos los primeros responsables de que el Departamento, en general, y la ciudad de Sucre, en particular, no estén sabiendo aprovechar, en beneficio común y con visión estratégica de futuro, la mejor coyuntura económica que ha tenido el país y, en consecuencia, la región en toda su historia.
Está visto, pues, que el futuro de Chuquisaca no depende tanto de la voluntad ni de la dádiva de los gobernantes de turno cuanto de ese tan anhelado cambio de mentalidad de nuestros propios líderes y de los chuquisaqueños en su conjunto.
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