EDITORIAL
Dudas sobre la Empresa Boliviana de Turismo
Dudas sobre la Empresa Boliviana de Turismo
No tiene sentido que los recursos estatales disponibles para mejorar la oferta turística sean invertidos en áreas que están bien atendidas por el sector privado
Una nueva empresa estatal, la Empresa Boliviana de Turismo (EBT), ha sido creada con una inversión de Bs 6,8 millones, equivalente a algo más de un millón de dólares, provenientes del Tesoro General de la Nación (TGN). Dependerá del Ministerio de Culturas y tendrá según los informes oficiales el objetivo de promocionar los destinos turísticos “no tradicionales”, entre los que se destacan los atractivos naturales que no están suficientemente promocionados.
A primera vista, la idea es buena y no habría nada que objetar pues si hay algo en lo que están de acuerdo quienes más conocen el rubro es que el potencial turístico de Bolivia está sumamente subestimado. A pesar de ser uno de los países con más atractivos, es uno de los que menos turistas recibe y eso se debe en gran medida a la falta de las inversiones necesarias no sólo para promover la oferta sino para brindar a los visitantes las condiciones de confort y seguridad que demandan como condición indispensable para planificar sus viajes.
Se trata, como lo vienen repitiendo desde hace muchos años los empresarios del sector, de inversiones que por lo grandes que son están fuera del alcance del sector privado por lo que es necesaria la intervención estatal. La iniciativa gubernamental, por eso, sería del todo plausible.
Sin embargo, y a pesar de los muchos argumentos que justifican la creación de la EBT, ha sido suficiente el anuncio gubernamental para que salgan a luz las primeras dudas, preocupaciones y cuestionamientos. Es que a juzgar por las explicaciones dadas por el ministro de Culturas, hay cierta incongruencia entre los objetivos declarados y las tareas que la flamante empresa se propone realizar.
Ha causado cierta suspicacia en el sector privado, por ejemplo, el hecho de que la EBA incluirá entre sus actividades la comercialización de pasajes para el transporte aéreo, terrestre y fluvial en las mismas condiciones que cualquier agencia privada de viajes y turismo. Y al dar ejemplos sobre los atractivos turísticos a los que EBA destinará sus primeros esfuerzos, se ha señalado el Chaco boliviano, la Amazonía, la Ruta del Vino en Tarija o el Parque Nacional Toro Toro en Potosí. Destinos todos ellos a los que no corresponde catalogar como “no tradicionales” o “poco promovidos”, pues son precisamente los que más se han desarrollado gracias a los esfuerzos privados.
Ambas actividades, --la venta de pasajes y la oferta de paquetes en las rutas que ya son las más demandadas y las mejor atendidas-- han ocasionado que el sector privado del rubro turístico, representado por la Asociación Boliviana de Agencias de Viajes y Turismo (Abavyt), haya expresado su preocupación. Temen que la empresa estatal se constituya en una competencia desleal, por lo que a la larga el balance podría ser más negativo que positivo.
Tienen fundamento esos temores pues no tiene sentido que los escasos recursos estatales disponibles para mejorar la oferta de servicios turísticos sean invertidos precisamente en las áreas que ya están suficientemente atendidas por el sector privado. Una agencia estatal de viajes cuya oferta es tan similar a las ya existentes no haría más que desvirtuar el mercado ya existente y en nada contribuiría a ampliarlo y mejorarlo.
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