EDITORIAL
Heroínas, mujeres y madres
Heroínas, mujeres y madres
Los discursos emotivos y las buenas intenciones no bastan si en verdad se quiere reconocer la importancia de las mujeres y la madres en nuestra sociedad
Un día como hoy, hace 202 años, el 27 de mayo de 1812, tres años después de que en Chuquisaca se diera inicio a la emancipación hispanoamericana, en Cochabamba se marcó otro hito en el camino que conduciría, 15 años después, a la constitución de la República de Bolivia.
Además de conmemorar esos hechos, en Bolivia celebramos el Día de la Madre. Y no es casual que así sea, pues la heroica actuación de las mujeres de esa ciudad frente al retorno del ejército de Goyeneche, a quien le plantaron batalla en las colinas de San Sebastián, es la más fiel expresión de lo importante que ha sido la participación femenina en la historia de nuestro país.
La conmemoración de hoy se presta también para recordar que, como hace ya más de dos siglos, Cochabamba sigue siendo el punto del país donde mejor se sintetizan y complementan los múltiples elementos de los que está compuesta nuestra identidad colectiva.
No es casual por eso que haya sido también ahí donde se sentaron las bases del reconocimiento del protagonismo femenino en nuestra historia ni que hayan sido cochabambinas muchas de las mujeres que más se han destacado en campos tan diversos como el arte, las ciencias, el deporte o la política de nuestro país.
Se trata, por eso mismo, de la mejor oportunidad para recordar lo mucho que ha cambiado el lugar que ocupan las mujeres en nuestra sociedad. Es que desde aquellos tiempos, cuando el protagonismo femenino era una excepción que estaba muy lejos de la cotidianidad, hemos avanzado hasta la situación actual en la que las mujeres no necesitan realizar heroicas hazañas para que su labor sea reconocida.
Sin embargo, y sin desmerecer lo mucho que ha mejorado la situación de la mujer, no se puede perder de vista que, más allá de los discursos emotivos del día, los principales indicadores siguen ubicando a nuestro país como uno de los que peores condiciones de vida ofrece a sus mujeres y madres.
Según los más recientes informes sobre la mortalidad materna en la región, Bolivia se mantiene entre los que menos mejoras pueden mostrar. En el área rural del país la cantidad de madres que fallecen por falta de atención médica adecuada llega a 64 por cada 100 muertes. La probabilidad de que una mujer campesina muera por complicaciones derivadas del embarazo, parto o posparto es cuatro veces mayor que los promedios internacionales. Casi 80 por ciento de las mujeres del área rural da a luz en sus hogares. Y aunque en las ciudades el panorama es algo mejor, sigue siendo muy malo pues sólo un 58 por ciento de las mujeres puede recurrir a un centro de salud, el 42 por ciento restante lo hace en su hogar, por lo general en condiciones muy precarias.
Si a lo anterior se agrega que la violencia en contra de las mujeres dentro y fuera del hogar, así como el número de madres adolescentes, casi niñas, a consecuencia de violaciones y una atávica actitud machista que, pese a los esfuerzos desarrollados, cuesta erradicar de nuestras relaciones sociales, resulta evidente que los discursos emotivos y las buenas intenciones no bastan si en verdad lo que se quiere es reconocer la importancia de las mujer y la madres en nuestra sociedad.
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