Martes, 27 de mayo de 2014
 

VENI, VIDI, VICI

Diferencias entre dos mafias

Diferencias entre dos mafias

J. Lizandro Coca Olmos.- Suelo equiparar la diferencia entre la arbitrariedad de este Gobierno y la de los anteriores, con la que existe entre la mafia del alcohol de los años 20 y la actual mafia del narcotráfico.
Me explico: ambas mafias cometen actos delincuenciales y manejan sus acciones y negocios dentro de la ilegalidad, pero los mafiosos italianos de los años 20 trataban de guardar ciertos códigos de honor mínimos, como la lealtad para con “la familia” (miembros del grupo mafioso), el valor de la palabra empeñada y cierto grado de caballerosidad con los adversarios.
La mafia del narcotráfico superó a sus antecesores en pragmatismo, pues se desembarazaron de cualquier atisbo de código de honor, estableciendo la dinámica del “todo vale” con tal de hacer negocios y vencer a competidores y adversarios.
Los Gobiernos que precedieron a Evo Morales, al no contar con el poder absoluto tenían, aunque no lo quisieran, una estructura institucional y normativa que les impedía actuar de modos absolutamente arbitrarios. Debían tratar de guardar algunas formas y cumplir un sinnúmero de requerimientos para llevar adelante sus acciones.
Las adquisiciones gubernamentales debían realizarse a través de licitaciones públicas y a lo máximo que podían aspirar los políticos era a lograr manipularlas si pretendían hacer algún negocio con ellas. Las acciones y leyes de las autoridades debían ajustarse a lo prescrito por la Constitución Política del Estado, so pena de ser declaradas inconstitucionales por un Tribunal Constitucional cuyos magistrados eran notables que estaban muy poco dispuestos a arriesgar su prestigio por favorecer a móviles políticos (caso del desafuero a Evo Morales). Los ministros debían cuidar mucho sus desempeños porque una mala defensa ante la interpelación legislativa solía traducirse en un cambio de ministro.
El Gobierno de Evo Morales, por la circunstancia de contar con el poder total y control de todos los órganos del Estado, le “mete nomás” igual que la mafia del narcotráfico.
Las adquisiciones del gobierno son importantes fuentes de ingreso para las autoridades corruptas, pues varias normas les autorizan realizar invitaciones directas y compras sin licitación, permitiéndoles cometer delitos como los vistos en el caso BoA o en Misicuni, haciendo del nepotismo, los palos blancos, los sobreprecios y otras barbaridades la moneda corriente de los negocios públicos.
Igualmente, al haber elegido tanto a las autoridades del Órgano Judicial como Electoral, el partido de Morales ha contado con las seguridades de que despropósitos como la consulta post en el Tipnis, la doble reelección, los juicios políticos, la prohibición de campañas a la oposición mientras el oficialismo la realiza entregando obras y propagandeando el trabajo de los ministerios, etcétera, sean avalados por instituciones que se suponía tenían que ser idóneas, independientes e imparciales.
Y claro, la última muestra del desparpajo al estilo de las mafias del narcotráfico, es la burda argumentación del ministro Romero en la pasada interpelación. El funcionario en cuestión se ha dado el lujo de mofarse en la cara de los legisladores interpelantes, hablando de generalidades y evitando, por la vía del cinismo, responder por qué se utilizaron fondos públicos para intentar vincular, sin evidencia alguna ni proceso legal, a varios legisladores de oposición a una supuesta célula separatista.