Viernes, 30 de mayo de 2014
 

BARLAMENTOS

¿Es el litio un capricho más?

¿Es el litio un capricho más?

Winston Estremadoiro.- El Salar de Uyuni alcanzó notoriedad por sus reservas de litio, el oro blanco, en un mundo ávido de energías renovables, dado que el petróleo se acaba y entró en auge el gas natural, ambos recursos no renovables. Los combustibles fósiles volvieron a tener vigencia con el petróleo de esquisto (shale oil) que es carísimo de explotar, pero hará autosuficiente a EE.UU., el mayor mercado del mundo, al tiempo que sus científicos hurgan al hidrógeno como fuente barata e inagotable de energía. A estas alturas, los productores están ahítos de ingresos por exportar petróleo. En nuestra parte del mundo, han dejado surgir a demagogos autocráticos, que despilfarraron miles de millones de renta petrolera al ser presa de geopolítica de rancias ideologías y caducos dictadores.
Sigo aferrado a que el egocentrismo primó en la parte mediática de nacionalizar los hidrocarburos. Brasil desvió sus recursos a su Presal y desde entonces vivimos con el Jesús en la boca de que mengue su demanda de gas boliviano. Argentina parecía apuesta segura, luego de su aplazada al incumplir contratos de ventas propias a Chile; descubrieron Vaca Muerta e hidrocarburos de esquisto son su futuro energético. Descarten fútiles fuegos de artificio de vender gas a Uruguay o exportar a Costa Rica. No hagan caso de la demagogia que hace 20 años tumbó a algún gobierno, debilitó otros e imposibilitó la gestión de todos. Sean tolerantes de mi risa con la idea de exportar gas a Centroamérica por algún puerto LNG peruano: no olviden el fiasco del LNG exportado a California por puerto chileno en comodato, más salida al mar a condición de avenirse a sus leyes medioambientales.
Alerto que pongamos las barbas en remojo porque el gas natural no llenará las arcas nacionales para siempre. Urge salir de la distorsión caprichosa de prioridades, que tiene al país con ilusiones de ser potencia espacial o nuclear o futbolística, o lo que sea. Oteemos el porvenir: si la energía es necesaria para el progreso de las naciones, entonces el futuro de Bolivia está en el litio.
Hoy nuevos salvadores de la patria se arrogan avances de tortuga en el litio. Hay mucha historia de por medio, contaba Carl Brockmann, científico a quien conocí en el claroscuro de la transición de la aerofotogrametría a la detección remota por satélites. Fue contraparte nacional de programas bilaterales con el Servicio Geológico de EE.UU y la NASA, que a través del satélite ERTS (Earth Research Technology Satellite), investigaba recursos naturales de Bolivia vía imágenes satelitales. El Salar de Uyuni les dejaba perplejos porque en las fotos seriadas que a lo largo del año recibían del satélite, su coloración difería de otros lagos secos de sal. Lo que le hacía diferente era su ciclo de anegación y sequía, o sea, la salmuera, donde se encontró alto contenido de potasio y litio.
Hace algún tiempo, las universidades de Tomás Frías en Potosí y Freiberg en Alemania (el MIT teutón), firmaron un convenio de asistencia para el estudio de las evaporitas del Salar. Llegaron a pergeñar una tecnología simple y barata de concentración de carbonato de litio, mediante motor de agua accionado por energía solar, que bombeaba salmuera al ápice de un cono gigante que, al escurrir, por evaporación concentraba el carbonato de litio.
Los mandamases de turno han oscilado en el último tiempo del resentido encono a prebendas interesadas en apego político en Potosí, Chuquisaca, Tarija, Pando, Beni y Santa Cruz. Impidieron que desarrollasen logros del acuerdo boliviano-alemán, prefiriendo técnicas chilenas donde no llueve. En vez de priorizar al litio, se está prefiriendo empezar por el potasio. Encaja con el iluso afán de este régimen de reinventar la pólvora. ¿No sería más sensato acoplar a empresas o naciones ansiosas de litio que tienen demanda, tecnología y recursos, a la contraparte nacional? Ya van casi cuatro décadas y no hay adelanto en explotar el oro blanco convertido en energía.