EDITORIAL
Más elogios a la economía boliviana
Más elogios a la economía boliviana
El hecho de que nuestro país siga siendo sólo receptor de capitales para la explotación de materias primas no es un detalle que deba ser subestimado
Las buenas opiniones sobre el estado actual y el rumbo de la economía boliviana no dejan de llegar. A la ya larga lista de expresiones aprobatorias y optimistas, durante los últimos días se ha sumado el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), según el cual Bolivia recibió en 2013, 2.030 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa (IED), 35 por ciento más que en 2012.
El informe de la Cepal, respaldado por datos objetivos que están más allá de cualquier consideración subjetiva, llega pocos días después de dos que señalaban a nuestro país como uno de los más atractivos para quienes se mueven en los mercados en busca de las mejores oportunidades para invertir sus capitales.
Como se recordará, hace algo más de una semana, la calificadora internacional de riesgo estadounidense Standard & Poor’s Ratings Services (S&P) volvió a elevar la calificación de riesgo país de Bolivia de BB- a BB. Y casi al mismo tiempo, la Fundación Getulio Vargas, el centro de estudios económicos más importante de Brasil, sostuvo en su más reciente informe sobre el Índice de Clima Económico (ICE) para América Latina que Bolivia ha desplazado a Paraguay como el país latinoamericano más atractivo para las inversiones.
Tan coincidentes evaluaciones ya no pueden ser vistas como algo excepcional ni novedoso. En efecto, desde hace ya algunos años el desempeño de la economía boliviana es motivo de muy elogiosos comentarios. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros organismos financieros, no escatiman elogios cuando se refieren a la manera como Bolivia está administrando sus recursos.
Sin embargo, por una elemental prudencia y para no perder el sentido de la realidad, es necesario tomar en cuenta que esas valoraciones positivas no llegan solas, sino acompañadas de importantes advertencias sobre lo riesgoso que puede ser perder de vista algunos elementos que se esconden tras tan buenos resultados.
Uno de ellos, el más importante, el que no pasa desapercibido para quienes observan y evalúan la economía nacional, es que casi toda esa bonanza se sostiene sobre un solo pilar que es la extracción y exportación de gas.
El informe de la Cepal, por ejemplo, destaca el hecho de que la brasileña Petrobras, la española Repsol y un consorcio de la empresa de la Federación de Rusia Gazprom y la francesa Total son las empresas que más capitales invirtieron en la búsqueda de petróleo y gas, aunque más recientemente volcaron su atención también al procesamiento de recursos naturales, como las plantas de procesamiento de gas natural y el complejo petroquímico de Bulo Bulo.
Sobre todas las demás actividades económicas, es muy poco lo que se puede colegir a la luz de los datos en los que se basan las más optimistas evaluaciones. Sin embargo, sólo el hecho de que nuestro país siga siendo visto única y exclusivamente como un potencial receptor de capitales para la explotación de materias primas no es un detalle que deba ser subestimado. Es, más bien, un buen motivo para moderar las miradas exitistas pues no sería la primera vez que el desmesurado optimismo dé luego lugar a las frustraciones.
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