MARTILLEANDO
Al maestro con desprecio
Al maestro con desprecio
Mónica Briançon Messinger.- Cada 6 de junio, agasajamos a los “profes” bolivianos y, como recordarán, suelen verterse frases como “al maestro con cariño”, “a mi querido profe por todos sus años de servicio y dedicación” y otras que ensalzan esta noble profesión.
Sin embargo me parece que hay menos aprecio y más desprecio dirigido hacia este sector cuando leo que hace poquito, por una resolución de los mandamases del Estado, se aprobó el incremento salarial de los asambleístas titulares en Bs 2.400 y de suplentes en Bs 800, con retroactividad a enero.
Con estos montos, los salarios de los senadores y diputados titulares suben de 14.400 a 16.800 bolivianos, haciendo un total anual de Bs 201.600.
Esta determinación se tomó en concordancia con el Decreto Supremo 1573 del 1º de mayo de 2013, por el cual también se incrementó el salario del presidente a Bs 18.000, con lo que pasa a ganar, en un año, Bs 216.000.
El aumento salarial en el sector de la educación tuvo, según fuentes que consulté, la misma tendencia que el salario mínimo nacional, es decir, que en estos años los maestros tuvieron un incremento real del salario. Por ejemplo, un maestro urbano normalista de quinta categoría, con una carga de 88 horas, en 2005 ganaba Bs 1.102; con el incremento de la presente gestión, ese mismo maestro ganará Bs 2.131. Un maestro de primera categoría con el mismo nivel de carga horaria ganaba, en 2005, Bs 1.696; con el incremento de esta gestión percibiría Bs 3.279.
De igual manera, un maestro rural normalista de quinta categoría con una carga horaria de 104 horas, con su categoría y bono de zona/frontera, ganaba en 2005 Bs 1.796 y ahora percibirá Bs 3.473; el de primera categoría ganaba Bs 2.634 y ahora, Bs 5.093, haciendo un total anual de Bs 61.116.
Compare las cifras y vea las abismales diferencias existentes entre lo que ganan los padres y madres de la patria y aquellas personas que dedican muchas horas de su vida a educar a otros.
Muchos de los maestros urbanos y rurales pasan bastante tiempo trabajando no sólo en las aulas, sino preparando sus materias, revisando las tareas y los exámenes para verificar cuál es el estado de avance de lo que enseñan dentro de los salones de clases y van viendo si sus queridos estudiantes lo están haciendo bien o mal; por tanto la remuneración que perciben no es sólo por estar dentro del aula vigilando por un correcto proceso de enseñanza-aprendizaje, sino por impartir conocimientos y habilidades sociales, entre muchas otras destrezas.
Sé que muchos lectores dirán que no todos los profes lo hacen muy bien y que no todos son dignos de alabanza, por lo que también se haría necesario revisar cuál es el tipo de instrucción que proviene de estos educadores y si ellos mismos se preocupan, por lo menos, en mantenerse actualizados.
Pero ello no es óbice para que desde el Estado haya una mayor preocupación por destinar los fondos del erario público a senadores y diputados, cuando lo que necesitamos, con suma urgencia, es mejorar la educación boliviana.
Recuerdo con muchísimo cariño a mis profes del colegio, a la madre Josefina que me dijo que escribir era pintar con palabras, al profe Valverde –quien ha quedado inmortalizado en una de las novelas de Edmundo Paz Soldán como el Dr. No– al profe Mancilla, a la Tulita, y a tantos muchos otros del “cole” a quienes les rindo un justo y sincero homenaje.
No creo que ellos observen con buenos ojos los aumentos descomunales para ciertos sectores y míseros aumentos para otros.
Recuerde que si usted puede leer esto, es gracias a un maestro.
|