EDITORIAL
En el D�a del Maestro
En el D�a del Maestro
Es tan importante la funci�n de los maestros, que buena parte de los esfuerzos del pa�s tendr�an que dirigirse a mejorar su calidad profesional y humana
Hoy, 6 de junio, se honra al educador boliviano como todos los a�os desde que en mayo de 1924, durante el gobierno de Bautista Saavedra, se escogi� esta fecha en homenaje al nacimiento de Modesto Omiste para dedicarla a quienes han decidido dedicar su vida a la formaci�n de las nuevas generaciones a trav�s de la transmisi�n de los conocimientos, h�bitos y valores necesarios para el continuo perfeccionamiento de la sociedad y de sus miembros. Es tan obvia la importancia de esa labor, que en Bolivia como en todo el mundo se le dedica un momento especial a las expresiones de reconocimiento, pero tambi�n a la reflexi�n sobre el papel que cumplen los maestros y maestras en la sociedad actual.
Dedicar un d�a al a�o a valorar la labor docente y a reflexionar sobre la manera como �sta viene desarroll�ndose es lo menos que se puede hacer, pues si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo, por encima de cualquier consideraci�n de car�cter ideol�gico, pol�tico, doctrinario o religioso, es en la importancia de la educaci�n que recibe la ni�ez y juventud. Est� por dem�s demostrado que la suerte de los pueblos depende en gran medida de la calidad de la formaci�n que reciban sus j�venes generaciones. Y �sta �la calidad de la educaci�n� a su vez, depende directamente de la calidad de quienes se dedican a impartirla, por lo que resulta imposible pensar en el futuro sin pensar a la vez en los maestros.
Siendo ambas verdades tan evidentes, lo l�gico ser�a que gran parte de los esfuerzos de la sociedad, a trav�s del Estado y sus instituciones, se dirija a mejorar la calidad profesional y humana de sus maestros, en ejercicio y en formaci�n. Velar porque �stos tengan las mejores condiciones de vida, de modo que puedan dedicar sus mejores esfuerzos a su propia formaci�n y as� perfeccionar sus habilidades para formar mejor a sus pupilos, tendr�a que ser una de las m�ximas prioridades de toda la sociedad.
Tan importante como lo anterior ser�a que quienes eligieron la docencia por vocaci�n se consagren a ella a�n sabiendo que sus esfuerzos no ser�n suficientemente retribuidos y que esa situaci�n no cambiar� mientras perseveren en una actitud de constante e intransigente renuencia a los cambios. La capacidad de adaptaci�n a las nuevas circunstancias es una de las condiciones b�sicas para el buen desempe�o de cualquier actividad en la sociedad contempor�nea. Por eso, lo menos que puede esperarse de docentes dignos de tal t�tulo es que sean los m�s decididos protagonistas e impulsores de las urgentes reformas que la sociedad reclama.
Lamentablemente, como es f�cil constatar a lo largo de nuestra historia, lo que actualmente ocurre es todo lo contrario. Tanto la actitud de la sociedad, expresada a trav�s de las pol�ticas de Estado hacia los maestros, como la actitud de �stos hacia la sociedad a la que se deben, est� muy lejos de lo que ser�a de desear.
Por eso, y m�s all� de los tan previsibles discursos lisonjeros que tanto abundan en fechas como �sta, lo que corresponde es que la pausa sirva para recordar que en manos de quienes se dedican a la ense�anza est�, en sentido literal y figurado, el futuro de nuestro pa�s. Raz�n m�s que suficiente para felicitar a los maestros en su d�a y desear que mejoren las condiciones en que realizan su cotidiana labor.
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