Sábado, 7 de junio de 2014
 
Plaza 25 de Mayo

Plaza 25 de Mayo

Eduardo Chumacero Carranza.- Toda ciudad que tenga pretensiones de ser ordenada, limpia, segura, previsible, estable, tiene que dar muestras de civilización, de respeto, de convivencia; tiene, necesariamente, que ser normada, tiene que estar regulada, y esas regulaciones deben ser cumplidas porque, caso contrario, se cae en una situación caótica y la ciudad deja de serlo y se convierte en una aldea en la que impera el “a mí me da la gana” y se impone el más fuerte, el más inescrupuloso.
Voy a referirme a una situación concreta: la Plaza 25 de Mayo. Se trata de una joya arquitectónica y cultural. En ella se encuentran cuatro edificios importantísimos en la vida de la ciudad: la Casa de la Libertad, la Catedral Metropolitana, la Gobernación y la Alcaldía Municipal, a más, desde luego, de casas particulares, restaurantes, tiendas, hoteles, bancos, monumentos, que hacen de ella el centro mismo del quehacer propio de la Capital del Estado. Ha sido siempre el lugar más representativo de la ciudad, alabado en numerosas oportunidades por quienes la conocían. Es lugar de esparcimiento y de tránsito de la gente que se mueve de un sitio a otro y es paso obligado y requerido por innumerables personas que la cruzan o que van a tener un momento de solaz (niños, estudiantes, abuelos, visitantes). Consiguientemente, merece tener un trato preferente por parte de vecinos y de autoridades.
Lamentablemente, ¿en qué se ha convertido? En lugar de parqueo y de lavado de cientos de vehículos y, por lo tanto de contaminación, de suciedad, es decir, es el garaje central de la ciudad.
Además, resulta que se la usa como si fuera feudo personal de algunos, que proceden como si allá se pudiera hacer todo: desde bloquearla cuando les viene en talante, poner cartelones y pasacalles, armar ferias y exposiciones, protagonizar marchas y desfiles, desde el desfile de X o Z kindergarten, colegio, universidad, huelgas, crucifixiones, entradas folclóricas, desfile de modas, armado de altares, borrachera, mingitorios improvisados. El día menos pensado y por cualquier circunstancia, el tráfico vehicular y también el peatonal se ve cortado porque alguien, incluidos los moradores de esos mismos edificios, ha tenido esa ocurrencia a título de “expresión cultural”, “expresión de los movimientos sociales”, “divulgación científica”, movilización política, sindical o barrial o, finalmente, porque les vino en gana.
Tenemos que preguntarnos, ¿cuál es la impresión que deja la plaza al visitante, al turista? Pues una muy pobre porque no llega a comprender que eso suceda en una “ciudad capital” y que las autoridades, municipales, de la Gobernación, eclesiásticas, educativas, turísticas, no hagan nada y se vuelvan de pronto ciegas y sordas. ¿Es con esta manera de proceder que vamos a atraer a los turistas y a la gente que merece un relax? ¿Para que se llenen los oídos de ruidos, la vista de caos y los pulmones de aire contaminado?
El Concejo Municipal tiene que normar las actividades que se desarrollan en Sucre. Y si no se puede regular el comportamiento de las personas, entonces se debería proceder a que toda la Plaza 25 de Mayo sea solamente peatonal. Esta sería la solución ideal, pero como en Sucre no se puede ni soñar en los ideales porque se afecta a los intereses mezquinos de tales y cuales, entonces, cuando menos las cuadras donde se encuentran la Alcaldía Municipal y la Gobernación del Departamento debían ser definitivamente cerradas a los vehículos y dedicadas a que la gente haga las demostraciones que se le antoje. Entonces todos sabrían a qué atenerse. ¿Que eso trae dificultades y protestas de todo tipo y de todo tono? ¡Desde luego! Pero tal vez no haya nada insoluble si todos veláramos por el bien común.