Los paros y los bloqueos
Los paros y los bloqueos
Gastón Solares Ávila.- Hasta hace algunos años, los paros eran siempre cívicos, cuando había un Comité Cívico que agrupaba a toda la ciudadanía. Actualmente, hay paros sectoriales y bloqueos en contra de la ciudadanía. Un dirigente sindical amigo, cuando le expresé mi opinión siempre adversa a las famosas medidas de hecho, me dijo hace muchísimo tiempo que era el único recurso de los pobres, lo que ha desvirtuado el último bloqueo porque nadie me va a hacer creer que los transportistas son pobres.
Que la gestión municipal sea mala es una cosa. Que el culpable sea el alcalde y los concejales que han boicoteado la gestión es otra, pero que los transportistas atenten contra toda la ciudad y sus habitantes para hacer cambiar a un miembro del directorio de Fancesa, es una iniquidad y un abuso amparado sólo en el peso de sus camiones, porque ni la ley ni la racionalidad justifican su conducta.
No es la primera vez que esto ocurre, pero es ciertamente la más grave. Mercaderías abarrotadas en tránsito, pasajeros desesperados, incremento en los precios y desabastecimiento de artículos de primera necesidad han sido la característica de los últimos días. Finalmente se arregló la situación porque destituyeron a dos directores nombrados por el alcalde y el gobernador, ambos elegidos democráticamente por lo que sus decisiones deberían merecer respeto. Como no podía ser de otra manera en nuestros tiempos, el problema se superó con una medida de equilibrio político.
El mayor argumento del entuerto es la defensa del mercado cruceño. El paro de los "defensores" le costó a Fancesa un perjuicio que según se informa supera los 25 millones de bolivianos, importe que obviamente benefició a la competencia.
Si conviene invertir o no en Santa Cruz debería ser tema a debatirse entre gente profesional entendida en la materia. Obviamente hay seguidores de ambas posibilidades que pudieran demostrar objetivamente sus fundamentos para ser analizados también objetivamente.
La una es seguir el consejo del estudio elaborado en Fancesa que indudablemente se sustenta en razones de peso. La otra es concebir a esta empresa como motor del desarrollo regional que fue establecida para generar mano de obra, valor agregado y movimiento económico en Chuquisaca, que no ha tenido el poder en medio siglo de lograr mejorar sus caminos de vinculación con el Oriente, lo que no ha permitido bajar los fletes, en un tema en el que sí los transportistas pudieron haber actuado con la firmeza demostrada ahora, pero en beneficio de todos los habitantes.
Lo que nadie comenta es el hecho de que con los argumentos de invertir en Santa Cruz en lugar de hacerlo en Chuquisaca, hubiera convenido montar la planta en esa ciudad y no en la nuestra, pero ese no era el objetivo, sino desarrollar Chuquisaca y, especialmente, Sucre, donde se produjo el terremoto que motivó la inversión. Esos mismos argumentos que se explotan hoy, estarán vigentes siempre. Por tanto, no hay que ser genios para darse cuenta de que en el futuro las inversiones serán más convenientes allá y no aquí, con la clara consecuencia de que acá seremos cada día más chicos, porque no hemos tenido la visión de encarar la vinculación caminera, en la que podría haber actuado con eficiencia el peso de los camiones.
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