Miércoles, 18 de junio de 2014
 

DE-LIRIOS

¿La tortura vendrá de Marte?

¿La tortura vendrá de Marte?

Rocío Estremadoiro Rioja.- No me interesa el sensacionalismo. Huyo de las publicaciones en redes sociales o de diarios “populares” que muestran imágenes explícitas que burdamente ilustran que el mundo, como dice el tango, es una porquería, y que lucran con el instinto de mis congéneres hacia la violencia y el sadismo.
No obstante, no pude evadir la noticia del perro torturado y destripado en la Escuela Militar de Ingeniería (EMI). De acuerdo a las notas de prensa, con la “temeraria” demostración, el “instructor” que cometió este acto innombrable quería dar una lección de “valentía” a los alumnos de primer año de esa institución. (!)
A pesar de que el aludido fue “suspendido”, seguramente por las repercusiones que, esta vez, generó el hecho de crueldad extrema, admitamos que es un secreto a voces que este tipo de prácticas no son tan excepcionales en el seno de las FF.AA. Últimamente, ¿cuántas fotos de casos similares andan circulando por las redes sociales? ¿Cuántos testimonios se han generado al respecto?
Algunos crédulos, con posturas bastante convenientes para pulular de gobierno en gobierno, aseguran que la “etapa negra” de las FF.AA. (las dictaduras militares) ha pasado y que ahora están, para siempre, con sus ciudadanos. Entonces, ¿alguien puede explicar cuál es el objeto de enseñar a torturar en las FF.AA? ¿Por qué se continúa con los más abominables procedimientos que recuerdan a la Escuela de las Américas?
Otros dirán que se requiere de “insensibilidad” para estar preparados para una guerra y que ese sería el trasfondo de parte del “aprendizaje” en los cuarteles y afines. ¿Acaso Bolivia está pensando en involucrarse en alguna guerra? ¿No se ha declarado en la Constitución que somos un Estado pacifista? Y si, en una remota posibilidad, nuestro país se implicara en un conflicto armado, ¿así se quiere tratar al adversario, ahora que, se supone, la humanidad y particularmente América Latina, ya cruzaron suficientes ríos de sangre y dolor como para haber dejado atrás lo peor de la barbarie y el oscurantismo?
Adicionalmente, no dejo de cuestionarme qué clase de seres humanos se busca formar con estos métodos, pues no creo que después de presenciar y ejecutar tales prácticas una persona sea la misma. Quizás señalen que exagero y que sólo se trata de un “pinche animal”. Como hace mucho me despojé de vanas y fatuas vanidades antropocéntricas, arguyo que al igual que cualquier otro “pinche animal”, somos mortales, efímeros y que corre la misma sangre por nuestras venas.
Sin embargo, lo terrible del asunto, lo que provoca más nauseas, indignación e insomnio, es el barniz “patriótico” que suelen tener estas “lecciones”, siendo obvio que cuando se tortura y degüella a un perro, debe simularse que se lo hace al “enemigo”, cebando un nacionalismo muy mal entendido, conformado de pasiones bajas y que condensa los más nocivos e infames prejuicios porque, haciendo un recuento general, alimenta la xenofobia, el racismo, el machismo y la homofobia de la peor calaña. Ese estilo de “amor a la patria”, provoca tiritones al invariablemente requerir de un “rival”, de un “otro”, de un “enemigo”, al cual destripar. Y ojo, por si se sienten a salvo en su país, ojo, puesto que no todo el tiempo el “enemigo” será externo y eso lo han dejado muy en claro las dictaduras militares.
¿Y se preguntan, todavía, por qué uno se eriza cuando ciertas autoridades consideran que su “mejor escuela” han sido los cuarteles?