EDITORIAL
La crisis argentina y sus temibles efectos
La crisis argentina y sus temibles efectos
Bolivia es uno de los acreedores de Argentina que más motivos tiene para ver con preocupación la situación actual, pues las cuentas pueden ser incobrables
Aunque ya se veía venir, pues los antecedentes del caso no daban lugar a otro resultado, la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de no escuchar la apelación del gobierno de Argentina que buscaba revertir una orden judicial que lo obliga a pagar 1.500 millones de dólares de deuda reclamada por un conjunto de acreedores, ha sido un golpe muy duro para el gobierno de Cristina F. de Kirchner, para la economía argentina en general e, indirectamente, para los países e instituciones que conforman la larga lista de quienes tienen con ese país cuentas por cobrar.
En el mejor de los casos, lo que el gobierno argentino podía esperar era una demora en el pronunciamiento del fallo final. Para alentar tal esperanza hizo sus mejores esfuerzos legales, pero, si hay algo que caracteriza a la justicia estadounidense es su poca predisposición a enredarse en chicanerías, que es lo que más deseaban no sólo quienes tienen a su cargo las cuentas fiscales sino, y muy principalmente, quienes todavía creían en la remota posibilidad de salvar al kirchnerismo y su estilo de gobierno del colapso.
Ahora, cuando la última palabra ya ha sido dicha, Argentina no tiene más remedio que afrontar uno de los problemas económicos más graves de su historia contemporánea. Y eso no es poco decir, si se considera que es uno de los países que más se destaca en todo el mundo por los rasgos extremos que suelen tener sus momentos de crisis financiera.
Tal como se perfila el panorama, el gobierno ha quedado al borde de un nuevo “default”, lo que amenaza con desencadenar una especie de efecto dominó entre los muchos acreedores que ven con temor la posibilidad de no llegar a tiempo a la distribución de pagos. En el peor de los escenarios, que según muchos analistas es probable que sea el que se imponga, los montos que el gobierno tendría que desembolsar llegan a unos 16.500 millones de dólares, cifra muchísimo mayor de la disponible en las arcas fiscales.
Las razones que están provocando una especie de pánico entre los acreedores de Argentina no son pocas ni infundadas, pues pocas veces se ha visto –Venezuela es la gran excepción– una administración económica tan irresponsable como la del gobierno actual. Durante los últimos años ya se fueron anunciando las primeras señales de la crisis, pero la bonanza proveniente de sus exportaciones de materias primas tuvo un efecto embriagador que impidió a los gobernantes atender las advertencias.
Bolivia, por razones obvias, es uno de los acreedores de Argentina que más motivos tiene para ver con preocupación la situación actual. Por lo que se sabe, que no es mucho dado el hermetismo con que estos temas se manejan en ambos países, hace ya nueve meses que el gobierno de Kirchner no honra sus deudas por concepto del gas que nos compra. Hasta el presente, el monto adeudado ya sería de unos 1.700 millones de dólares y estaría incrementándose a un ritmo sostenido debido a que también está creciendo el volumen de gas exportado.
Es de esperar, por supuesto, que los peores temores sobre el futuro de la economía argentina y sus efectos sobre la nuestra resulten infundados. Sin embargo, y para evitar sorpresas desagradables, bueno sería tomar los recaudos correspondientes.
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