Viernes, 20 de junio de 2014
 

BARLAMENTOS

Dilula y Pevo

Dilula y Pevo

Winston Estremadoiro.- Sospeché que la inauguración del Campeonato Mundial de Fútbol en Brasil tendría sabor a poco, cuando anunciaron que la parte colorida –la ceremonia en sí– duraría 25 minutos, al tachar la parte descolorida: los discursos de la presidenta Rousseff y el presidente Blatter. Igual, la mandataria anfitriona recibió silbidos y abucheos sin haber tomado la palabra.
Resolví llamar Dilula a Dilma Rousseff, porque no se la puede separar de su padrino, así hubiese claras diferencias entre ellos. Aunque no me conste, a diferencia del hijo de Lula, la hija de Dilula estará ausente de noticias como dueña de millones, ganados no tanto con el sudor de su frente, sino con dosis de “penderegilismo”, plaga que había sido tan endémica en Brasil como en Bolivia. Por eso gustó que la ex activista arremetiera contra ese mal, con el destape del ‘mensalão’ y su prosecución por un juez probo.
Sin embargo, pobrecita Dilula si Brasil no gana el Mundial de Fútbol. Ya las protestas callejeras la tuvieron en jaque y hay vaticinios agoreros sobre su futuro electoral, peor aún si Argentina ganara el trofeo en otro ‘maracanazo’. El empate con México no augura nada bueno, en un ‘scratch’ brasileño que poco tiene de aquellos que deslumbraran en el pasado. Su pueblo, nutrido en cultura de circo en el que los pilares son samba, carnaval y fútbol, es implacable cuando su seleccionado le falla. Tal colegí mirando una serie de entrevistas a descendientes de los que sufrieron el “maracanazo” –Maracaná y fracaso– en 1950. Esa suerte de destierro en su propia tierra que sufrieron Barbosa, Bauer y Jair, para citar a los que recuerdo, no lo deseo ni al peor enemigo.
A la especulación odiosa de que Brasil no gane el campeonato, se suma la triplicación de costos en hermosos estadios. Lo que fuera un presupuesto racional presentado a la FIFA en 2007, se triplicó por sobreprecios atribuidos a la corrupción, sin que siquiera realizaran obras como el tren de alta velocidad (TAV) entre Río de Janeiro y São Paulo.
Parece que Evo Morales tiene deslumbrados a los cruceños. Su estrategia de primero ‘colepeji’ sórdido de asesinatos y fantasmas inexistentes de separatismo, y luego masaco flatulento de aire caliente lisonjero, alcanzó niveles seductores con el adulo a su alcalde mete-mano. Percy y Evo serían ‘Pevo’, dijo, ante la consternación de un Vicepresidente quizá temeroso de un binomio que uniría los ríos no de sangre (como hiciera Paz Zamora y el MIR, con Banzer), sino de eses y heces, de oriente con occidente, en las próximas elecciones.
La Cumbre G-77+China quizá se realizó en Santa Cruz de la Sierra porque la altura de La Paz preocupaba a algún vejete por ahí, a pesar de litros de mate de coca u hoja ‘boleada’ hasta que reventasen cachetes. Asistieron 120 de 133 representantes de países miembros, 16 presidentes de los 27 anunciados. Si incumplen, ¿cortarán la mano a los firmantes del propósito de extirpar la pobreza extrema hasta 2030? En medio de llenarse la boca con los derechos humanos, vino Mugabe de Zimbabue, que con siete prórrogas presidenciales se une al selecto club de dictadores disfrazados de demócratas, al que pertenecen los hermanos Castro en Cuba, y quizá solicitan admisión Daniel de Nicaragua, Rafael de Ecuador y Evo de Bolivia. A Nicolás ni lo cuento, ya que se caerá de maduro.
Con la premisa que el Campeonato Mundial de Fútbol en Brasil tiene paralelos con la Reunión del G-77+China en Bolivia, ¿cuánto incide uno y otro fasto en el Producto Nacional Bruto (PNB) de ambos países? Bueno, el gigante sudamericano tiene un PNB casi 45 veces el boliviano. Si Brasil ha gastado casi un 0,159 por ciento de su PNB en la copa mundial, ¿no es malgasto que Bolivia ha tirado por la borda casi el doble en el G-77+China, sin beneficios indirectos del turismo?