Domingo, 22 de junio de 2014
 

TAL COMO LO VEO

Lo imponderable en política

Lo imponderable en política

Waldo Peña Cazas.- El MAS será el ganador de las próximas elecciones, nadie lo duda, e inclusive los opositores están resignados a conseguir sólo migajas de la torta; pero el panorama podría cambiar en cualquier momento, porque extraños son los resortes que mueven la actividad política. El destino de los pueblos no se cocina necesariamente en palacios de gobierno, sino en oscuros recovecos, cuando no en las alcobas de los grandes hombres públicos. Los sesudos mandatarios, ministros y asesores toman decisiones en oficinas de grandes corporaciones o en brazos de damas de honor distraído y cabeza hueca.
Hay, además, cosillas imprevisibles que pueden alterar el curso de los acontecimientos: En Estados Unidos, muchos candidatos a la presidencia cayeron después de un pequeño desliz sexual. En Bolivia, Condepa, partido populista con amplia base social, se derrumbó en un tris por una crisis sentimental de sus jefes Carlos y Mónica
La política no es sólo una historia porno romántica, sino un frío puchero preparado en una junta de accionistas o en una fortuita componenda entre líderes. Los analistas están casi siempre meando fuera del tiesto, pues los secretos mecanismos que deciden la suerte de los pueblos y de la humanidad jamás han sido revelados, o sea que la historia es un tejido superficial, y la política no es arte ni ciencia, sino concupiscencia. No en vano se habla hoy de una “parahistoria” y de una “parapolìtica”, referidas a los factores inadvertidos, ocultos o secretos que inciden en los cambios sociales y que están más allá de la política y de la historia.
En este campo, todos transitamos un mundo extraño y desconocido, en mayor o en menor grado, y estamos obligados a apoyarnos en supuestos y no en realidades, con peligro de que todo nuestro andamiaje lógico se desmorone. Podemos, cierto, teorizar en base a la observación y a la experiencia; pero la información más importante está fuera de nuestro alcance. Los analistas o politólogos intentan ordenar y analizar datos y hechos más o menos verosímiles para hacer predicciones razonables; pero están tan despistados como un meteorólogo que intentara predecir el tiempo sin los datos e instrumentos necesarios.
Entonces, ¿cómo saber cuál será el próximo régimen que depredará el país? Por cierto, estamos condenados a un desgobierno más, de cualquier partido que fuere; pero el bombardeo de información falsa es tan grande que no podemos confiar en lo que leemos y oímos, y tampoco en los sondeos de opinión. Cuanto más lejos estemos de los centros de poder, menos confiable será la información de que dispongamos, pues la verdad está en la cúspide de un poder piramidal, tan remota, inaccesible y voluble que aún las decisiones de los más pintados caudillos tercermundistas carecen de importancia. ¿Por qué, alicaído el MIR, su jefe recuperó la visa a EE.UU. y volvió a ser un presidenciable favorito? En Bolivia, habría sido una locura afirmar que perros y gatos acabarían gobernando juntos (MNR-FSB y ADN-MIR), o que el MNR, ya cadáver, resucitaría como Drácula.
Las llamadas “ciencias políticas” no tienen contenidos ni métodos claros, y carecen de cohesión. Se reducen a estudiar formas de gobierno y sistemas políticos, problemas entre el Estado y el medio social, relaciones entre los organismos de poder y algunos aspectos del liderazgo político. Nada de eso importa mucho a los políticos profesionales, cuyo objetivo es claro y único: apoderarse del poder. Para ello, no necesitan cerebro, sino nariz.