EDITORIAL
Aniversario de la Policía Boliviana
Aniversario de la Policía Boliviana
Lograr que la Policía Boliviana cumpla su razón de existir no debe ser una utopía sino un objetivo al que habrá que dedicar todos los esfuerzos necesarios
Con la amenaza de una movilización de sus suboficiales, la Policía Boliviana celebra, este 24 de junio, un aniversario más, en medio de crecientes cuestionamientos al papel que cumple en la sociedad boliviana.
Nunca está demás recordar que de acuerdo a la Constitución Política del Estado (CPE), la Policía “como fuerza pública, tiene la misión específica de la defensa de la sociedad y la conservación del orden público, y el cumplimiento de las leyes en todo el territorio boliviano”.
Tan importante papel, empero, no está respaldado con el debido apoyo a esta institución fundamental del Estado, pues debe garantizar la seguridad ciudadana y, en general, su pacífica convivencia. Acostumbrados a confundir al Gobierno con el Estado, a aceptar como rutinarios los apoyos político-partidarios y a ejercer presiones al margen de los dispositivos legales para conquistar beneficios institucionales y personales (que muchas veces son confundidos), los mandos de la Policía se caracterizan por ser efímeros y responder no a un escalafón riguroso de personal, sino al criterio de los comandantes de turno, los que, a su vez, están a disposición del eventual ministro de Gobierno. Sólo así se explica que haya cambios permanentes en la cúpula, en su Estado Mayor y en los comandos y direcciones departamentales.
Corresponde aclarar que no se trata de un fenómeno nuevo. Más bien es un lastre que tiene data en la forma en que se manejó la institución durante los largos períodos de dictaduras, estilo que no ha podido ser radicalmente modificado con la recuperación democrática de 1982. Es decir, como también sucede con las Fuerzas Armadas, la democracia tiene una deuda profunda al no haber diseñado, hasta ahora, el papel que debe cumplir una institución de esta naturaleza bajo este sistema.
De ahí que comienza a ser normal que las demandas internas raudamente puedan traspasar el ámbito policial y convertirse en peligrosas amenazas a la sociedad boliviana. De hecho, que el Primer Mandatario, en una de las celebraciones de este aniversario, pida a los mandos policiales atender las demandas y sugerencias de los suboficiales es un incentivo a la insubordinación, extremo que puede concretarse si se hace realidad la amenaza de movilización que se ha conocido ayer.
Desde otro enfoque, hay que insistir en que la sociedad necesita de una Policía que la atienda, la proteja y la sirva con profesionalidad, transparencia y pleno respeto a los derechos humanos. Hay suficientes actos que demuestran que cuando los miembros de la Policía Boliviana trabajan conforme a las normas existentes y dentro de marcos morales adecuados, muestran una elevada eficiencia. De ahí que exigir que dentro del marco constitucional esta institución ejerza “la función policial de maneras integral, indivisible y bajo mando único” no es una utopía, sino un objetivo que se puede alcanzar.
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