EDITORIAL
Tras la noche de San Juan
Tras la noche de San Juan
Como los resultados lo confirman, la promulgación de más normas no es lo que hace falta para involucrar a todos en la lucha a favor del medio ambiente
Ayer, cuando aún se despejaban los humos de la noche de San Juan, el Programa Aire Limpio de la Alcaldía de Sucre hizo público un informe del efecto que sobre la calidad del aire de nuestra ciudad tuvieron los festejos.
Según el estudio, los niveles de contaminación atmosférica en Sucre sobrepasaron hasta en 2.000 por ciento los niveles permisibles, sobre todo en las zonas de San Juanillo y el aeropuerto Juana Azurduy de Padilla.
El resultado es preocupante, por decir lo menos. Indica que se ha producido un retroceso que confirma que los sucrenses en general, y no sólo las instituciones más directamente responsables del tema, estamos fracasando en la tarea de detener la contaminación.
Que esa sea la realidad sería preocupante en cualquier circunstancia, pero lo es más si se consideran que el año pasado, como el mismo Programa Aire Limpio hizo notar, la contaminación fue menor, aunque se haya atribuido a la lluvia esa situación.
Ante tal panorama, lo menos que puede esperarse es que la situación sirva para dar más vigor a una especie de reflexión colectiva sobre la magnitud del problema y sobre las mejores formas de afrontarlo. Habrá sin duda que considerar muchas posibilidades, pero si hay algo de lo que podemos estar seguros es de que persistir en la indiferencia, en la inclinación a minimizar el problema, en la búsqueda de excusas y justificaciones, es la única de las posibilidades que debe ser rechazada.
Un buen paso en esa dirección es reconocer que el problema ya no cabe dentro de los límites de un gobierno municipal, ni siquiera de varios de ellos. Por eso, es plausible la resolución emitida el miércoles por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, que prohíbe el encendido de fogatas y el uso de fuegos artificiales los días 22, 23 y 24 en todo el territorio nacional y transfiere a las gobernaciones y alcaldías la tarea de hacer cumplir esta medida.
Es evidente, sin embargo, como los resultados lo confirman, que la promulgación de más normas no es lo que hace falta. Y mucho menos si los esfuerzos se encaminan a hacerlas cumplir mediante amenazas, sanciones, controles y el sinfín de medidas coercitivas que en este como en otros casos han demostrado ser del todo inútiles o por lo menos insuficientes, aunque tampoco -hay que apuntar- la supresión del control es la solución.
Sucre está llamada a ponerse a la vanguardia y no hacerlo en San Juan o los “días del peatón”, sino los 365 días del año.
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