EDITORIAL
Ecuador y la libertad de información
Ecuador y la libertad de información
La experiencia ecuatoriana, como las de Cuba y Venezuela, confirma la urgencia de defender la libertad de información
Ecuador se ha convertido, después de Cuba y Venezuela, en el país cuyo gobierno más acosa a la prensa independiente. Su Presidente, de clara vocación autoritaria y, para colmo, mesiánica, se cree un abanderado en la tarea de silenciar a los medios de comunicación.
Así, es ya un paradigma de la política represiva su acoso a un columnista y los propietarios del diario El Universo de Guayaquil, los juicios incoados en contra de periodistas, columnistas, propietarios y, en la media en que tiene bajo su dominio al Poder Judicial, los incoados no tienen ninguna posibilidad de hacer valer sus derechos.
Además, como en otras naciones afines y miembros de la Alianza Bolivariana para América (ALBA), el acoso económico a los medios independientes es una constante a través del manejo discriminatorio de la publicidad estatal y la presión a amplios sectores privados.
En el campo internacional, Ecuador se ha convertido en el país que permanentemente ataca a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y, sobre todo, a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, reductos en los que los periodistas agredidos han presentado sus casos y han recibido, en general, atención y defensa de sus derechos.
En ese contexto, un reconocido periódico ecuatoriano, Hoy de Quito, ha suspendido sus ediciones en papel y difunde su trabajo informativo a través de Internet. Es lamentable esa situación. Fundado hace más de 30 años, Hoy se ha convertido en un referente del periodismo moderno de la región planteando una renovada diagramación, un importante espacio de opinión plural, amplia difusión de información internacional y la investigación permanente.
Sin embargo, más que sus méritos ha podido la presión ejercida por el poder político. Por ello, la ciudadanía ecuatoriana se ha visto privada, desde el lunes, de este periódico en su formato tradicional.
Sin embargo, esta lamentable situación se ve relativamente compensada por la Internet. Y ésta se va convirtiendo en el talón de Aquiles de los gobiernos autoritarios pues, además de que sus visitantes crecen día que pasa, censurar los contenidos es una tarea compleja. De ahí que si bien el formato de papel de Hoy ha dejado de circular, las informaciones que el equipo de periodistas que produce diariamente han pasado a difundirse por este nuevo soporte.
Es de esperar, en todo caso, que el mandatario ecuatoriano, con el apoyo de sus aliados desperdigados por toda la región, no comience una campaña para encontrar y ejecutar técnicas de censura en el espacio cibernético.
Desde otro enfoque, la experiencia ecuatoriana, como previamente las de Cuba y Venezuela, permite comprender en su real dimensión la necesidad de defender en forma intransigente la libertad de información, base fundamental del sistema democrático, y resistir el acoso de gobiernos que quieren controlar los medios de comunicación para reproducirse en forma indefinida en el poder. Y esa tarea no compromete sólo a los operadores de los medios de comunicación, sino fundamentalmente a la ciudadanía que, al mismo tiempo, debe exigirnos siempre la mejor calidad posible de la información que difundimos.
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