Jueves, 3 de julio de 2014
 

SURAZO

Otro Cerro Rico

Otro Cerro Rico

Juan José Toro Montoya.- La inclusión de Potosí en la lista del patrimonio mundial en peligro tuvo un efecto positivo: por fin, Bolivia asumió conciencia de lo que pasa con el Cerro Rico que, como ya fue oficialmente admitido, se hunde tres centímetros por día.
Sin embargo, quienes no parecen asumir conciencia de lo que ocurre son los empresarios autodenominados cooperativistas mineros que piden que el Gobierno les entregue un yacimiento similar, con las mismas características y riqueza, como condición para salir del cerro.
Ahí está el primero de una serie de errores en torno a este problema porque la verdad es que, por ahora, nadie habló de que los cooperativistas desocupen todo el cerro. Lo que se quiere es que desalojen la zona en riesgo; es decir, la cúspide, el sector comprendido de la cota 4.400 hacia arriba.
Y aunque el pedido fuera la desocupación total del cerro, ningún gobierno en el mundo podrá cumplir esa exigencia porque, como señalan los expertos y ratifican los estudios técnicos sobre la materia, no existe un yacimiento similar. El Cerro Rico de Potosí, cuyo nombre andino es Sumax Urqu, es un enorme yacimiento de plata; concentrados de zinc, plomo y plata, de estaño y otros minerales que se explota masivamente desde 1545 y, pese al tiempo transcurrido, tiene recursos mineralógicos para otros 500 años. ¿Qué otro yacimiento en Bolivia tiene características semejantes?
Los cooperativistas saben esto y, en su afán de permanecer en el cerro el mayor tiempo posible, ponen una condición imposible de cumplir.
Además, existen centenares de objeciones a ese pedido. Por una parte está la propiedad del yacimiento. La Constitución y las leyes definen que el dueño de los minerales subyacentes y yacentes en nuestro territorio es el Estado boliviano; por tanto, este, a través del Gobierno, tiene todo el derecho del mundo a pedir que se desocupe su propiedad. ¿Quiénes son los cooperativistas para poner condiciones?
Por otra parte está la prospección; o sea, “la exploración del subsuelo basada en el examen de los caracteres del terreno y encaminada a descubrir yacimientos minerales, petrolíferos, aguas subterráneas, etc.”. No hace falta ser profesional en la materia para imaginarse que la prospección es una de las etapas más caras de la actividad minera. Es más… se trata de la segunda fase ya que la primera es el cateo, una sencilla labor de investigación de tipo manual destinada a poner en evidencia indicios de mineralización en un terreno. Si se descubren indicios, viene la prospección propiamente dicha que está destinada a confirmar la existencia de minerales. Esta etapa ya requiere un cierto nivel de industrialización pues, además de métodos técnicos y físicos, requiere utilizar instrumentos y técnicas de precisión.
Al pedir un yacimiento similar al Cerro Rico, los cooperativistas quieren que el Estado les entregue una o varias áreas previamente cateadas y prospectadas: literalmente, piden riqueza en bandeja de plata.
¿Quiénes se creen los cooperativistas para pedir un yacimiento ya prospectado? La respuesta a esa y la anterior pregunta es sencilla: los cooperativistas son aliados del Gobierno y, por tanto, se creen dueños de los minerales del Estado. Por eso es que hasta ahora no se han movido del Cerro Rico ni el Gobierno ha intentado sacarlos.