Jueves, 3 de julio de 2014
 

CARA O CRUZ

Descalabro iraquí y la responsabilidad de EEUU

Descalabro iraquí y la responsabilidad de EEUU

Raúl Peñaranda U..- La invasión norteamericana a Irak se ordenó en 2003, bajo el gobierno de George Bush (h) con el pretexto que Sadam Hussein, su entonces presidente-dictador, tenía bajo su control armas de destrucción masiva. No era evidente, como lo sabía todo el mundo, menos el Gobierno estadounidense.
Y luego la presencia norteamericana prometió darle a ese país democracia, que 11 años después no existe; unidad entre kurdos, chiítas y sunitas, que es hoy más lejana que nunca; desarrollo económico, todavía inalcanzado; y estabilidad política, que debería darle seguridad y protección a los intereses de EEUU, que es una quimera.
Así que todas las premisas de la acción de EEUU en Irak se derrumban mientras se publica esta columna. EEUU utilizó un argumento falaz, la presencia de armas de destrucción masiva en Irak, para deshacerse de un presidente que, mal que mal, mantenía a su país unido. Hussein, un dictador de la peor calaña, tenía esa virtud, darle estabilidad a Irak además de enfrentar a los radicales islámicos.
Las verdaderas razones para la invasión, como se comprobó casi inmediatamente después, fueron lograr deshacerse de un incómodo dirigente árabe al mando de un país petrolero, como era Hussein, y controlar parte de esos millonarios recursos. Primero EEUU, mediante los bombardeos, destruyó carreteras, colegios, refinerías, puentes y fábricas, y luego, con los recursos provenientes del petróleo de Irak, contrató a empresas norteamericanas ligadas a su complejo militar, para… reconstruir esas carreteras, colegios, refinerías, puentes y fábricas, con acusaciones de sobreprecios, además. E ineficiencia. Muchas obras siguen a medio construir pese a que llevan años trabajando en ellas.
Un poco más de una década después de la invasión norteamericana, Irak está en riesgo de seguir existiendo como un Estado unitario. Los kurdos, salvajemente acosados por Sadam, buscan su independencia, que tienen de facto en alto grado. Los kurdos controlan Kirkuk, al norte del país, y sus enormes reservas petroleras.
Pero sobre todo está el desafío del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés) una nueva entidad radical islámica. Tan rápido y eficiente ha sido su avance en Irak y la vecina Siria, derrotando en varios flancos a los ejércitos de ambos países, que han anunciado la creación de un nuevo Estado islámico. Este territorio, dijeron, se rige ya según la obtusa interpretación que el grupo tiene de la ley islámica y se extiende desde Alepo, en el norte de Siria, a Diyala, en el este de Irak. Algunos observadores tomaron sin mucha importancia esta declaración, considerando que un Estado no se crea así por así y que los ejércitos sirio e iraquí podrían recuperar los territorios que hoy controla ISIS. Pero no se puede negar que esa entidad es ya una realidad inocultable de la vida iraquí y del resto del Medio Oriente.
Estados Unidos, con sus políticas guerreristas, alienta la inestabilidad del Medio Oriente, pese a que busca lo contrario. Ha apoyado en el pasado y apoya hoy a los líderes menos democráticos. Por un lado respalda a dictaduras monárquicas como la de Arabia Saudita, uno de los países donde más se subyuga a la sociedad, y por otra apadrina a Israel, que no muestra ningún interés, en realidad todo lo contrario, en resolver el problema con sus vecinos de Palestina.
EEUU apostó en Irak por Nuri al Maliki, que venció dos elecciones pero no ofrecía democracia: su régimen es considerado corrupto, ineficiente y autoritario y, por otro lado, desdeñaba a los sunitas, muchos de los cuales se organizan hoy en torno a ISIS. Junto con EEUU, es hoy responsable del descalabro de su país.
Y once años después de la invasión norteamericana, ¿quién devuelve el medio millón de vidas perdidas, directa o indirectamente, por causa de ésta? ¿Quién devuelve los miles de millones de dólares despilfarrados? ¿Quién devuelve la estabilidad? ¿Quién detiene el sufrimiento?