Viernes, 4 de julio de 2014
 

BARLAMENTOS

Habrán más ‘choquehuancadas’

Habrán más ‘choquehuancadas’

Winston Estremadoiro.- Curiosidad de este ‘Gobierno del cambio’ es el Canciller Choquehuanca, no sé si inventor o solo cronista del ‘sexo entre las piedras’, que hacen sombra a Los cincuenta matices de Grey, traducción más acertada del éxito mundial Fifty Shades of Grey. Casos de ‘bondage’-disciplina, dominación-sumisión y sadismo-masoquismo de la novela de E. L. James, tienen equivalentes en la cultura aymara de más de 5.000 años, según fantasean. La forma en que lían a los bebés como si fueran “t’anta guaguas”, ¡eso sí que es ‘bondage’! Hay dominación-sumisión en la ‘justicia comunitaria’, desde chicotazos a quemazón en vivo, que retrocede cinco siglos en la cultura occidental evocando casos de la Inquisición. ¿Quién negará el sadismo del degüello de canes por otro mandamás ‘originario’ en Congreso? ¿Acaso no hay masoquismo en la congresista del partido de gobierno, que culpa a la cerveza para disculpar a un asesino ‘originario’?
Menudearán ‘choquehuancadas’, quizá para tapujar ‘evadas’ que restan crédito al saber ancestral de quien va en veintena de doctorados ‘honoris causa’ de universidades adulonas. ‘Choquehuancada’ fue salir en defensa de un reloj al revés del frontis del Palacio Legislativo. Será éxito de turistas sacarse fotos con ese fondo, como recuerdo que era el letrero de Pico Boulevard para chilenos en Los Ángeles.
Hay más en el morral del ‘gobierno del cambio’. La radio cocina chismea que desde España llegó una propuesta de modificar la ortografía del idioma de Cervantes. La meta es competir con el inglés, exitoso al incorporar palabras de otros idiomas sin vejetes académicos pontificando.
El primer cambio es grafiar con la letra ‘K’ todo lo que hoy confunde con las ‘C’ y ‘Q’: kasa, keso, Kijote. Luego arremeterán con la ‘C’ y la ‘Z’ que separa a españoles de hispano-americanos: se dirá “el sapato de Sesilia es asul”. La doble ‘C’ será reemplazada con la ‘X’: ¿no es menos accidentado decir “tuve un axidente en la calle Oxidente’? ¡Ah!, se fundirá la ‘V’ con la ‘B’, ¡no más afectación de la ‘uve’, ‘v chica’ o como se la llame!: la propaganda oficial dirá “en Bolibia kon Ebo bastará para ke todos bibamos felices komiendo perdises”. Inflados con el Papa Francisco, Maradona y, Dios no quiera, otro Maracanazo rioplatense, los bonaerenses aplaudirán cuando se anule la ‘LL’ por la ‘Y’: “yévame a Yica, maestro Biyar, ¿biste?”. La ‘H’ será suprimida, para tranquilidad de escribidores que confunden la preposición ‘A’ con el indicativo del verbo ‘haber’: “ablaremos de mote de abas y alcool Kaimán”. Se renunciará a la ‘R’ por la ‘RR’: “RRoberto me rregaló una rradio”. Fusionarán la ‘G’ y la ‘J’: “La jirafa del jeneral enjulló los jeranios”. Anularán la calamidad de las tildes o acentos, dejando a la sabiduría callejera descifrar: “Komo komo komo komo”. Suprimirán consonantes ociosas para solaz de los cambas; ¿no es más fácil decir “la mita de los aorros son de Ajusti”? y evitarán confusión al preguntar: ¿qué hora es en su reloj?; ahora será ‘relo’. Como en el latín no existen los artículos, desaparecerán así hablemos como futbolista croata.
Dicen que autoridades plurinacionales, quizá acostumbradas a gafes, errores y horrores de los mandamases ‘originarios’, respaldan las reformas propuestas. Sin embargo, proponen modificaciones. Por ejemplo, la palabra “guitarra” se pronuncia con doble ‘RR’ en el “cambao”, mientras que en el ‘collao’ dicen “guitazza” o como se escriba la ‘RR’ sibilante. La supresión de consonantes ociosas favorece a los cambas, que se las comen. Concuerdan con los españoles arguyendo que no se toque a la letra ‘Ñ’, quizá porque afectaría el ‘Ñan’ aymara, que no sé qué quiere decir.
La reforma educativa escrutará casos de sabios aymaras midiendo al revés las fases de la luna, y el movimiento solar de oeste a este. Tal vez su reloj era cuadrado, como la cabeza de uno que bien haría en preocuparse de las relaciones exteriores. Lo peor, dice un amigo teutón, es que en Alemania ríen con Karl Valentín, cómico que hace añadas inventó el reloj al revés para sacar risotadas de la gente.