Los relojes de la ciudad
Los relojes de la ciudad
Gastón Solares Ávila.- Una de las pruebas irrefutables del abandono en el que se encuentra nuestra ciudad es el estado de los relojes, empezando por nuestro emblemático reloj de la Iglesia Catedral, que funciona con prolongados descansos por lo que merece un mantenimiento más serio que el que normalmente se hace y que obviamente demandará un mayor costo que hubiera que financiar. Fue construido en Londres en 1772, pero puede seguir funcionando ininterrumpidamente, como muchos otros en el mundo que tienen similar o mayor antigüedad.
Pero a lo que me quiero referir en esta nota es a la proliferación de relojes que, con fines publicitarios, alguna o algunas empresas instalaron en varias partes de la ciudad, no sé si con o sin permiso municipal, pero que ahora se encuentran totalmente deteriorados y, casi todos, sin funcionamiento, ni siquiera al revés como parece que se pretende imponer en este sui géneris y folklórico país.
No sé cómo los concejales, alcalde y funcionarios municipales, no se dan cuenta al recorrer las calles del estado de estos relojes y del deterioro general de la ciudad, para hacer algo que está en sus manos y bajo su responsabilidad. ¿No se podrá instruir de inmediato que se retiren estos relojes y que no se permita la instalación de nada sin que esté garantizado su mantenimiento?
¿No irán nunca al aeropuerto? Parece que no porque si lo hicieran, pudieran apreciar que existen letreros publicitarios abandonados y en pésimo estado que, en lugar de promocionar productos o servicios, hacen lo contrario, dando, además, imagen de abandono y dejadez.
A nadie se le mueve un pelo por este estado de cosas, como si no tuviéramos autoridades. Nadie se da cuenta de nada y si se dan cuenta no reaccionan, lo que es aún peor.
Alguien me decía hace unos días que admira mi constancia para arar en el desierto, pero prefiero arar en el desierto en lugar de no hacer nada. Tengo la esperanza de que algún momento empezará el renacer de Sucre, ciudad de extraordinaria belleza y riqueza turística, que no la aprecian quienes tienen poder y autoridad para revertir, aunque sea poco a poco, la actual situación.
Los ciudadanos permitimos que la gente a la que hemos elegido se dedique con exclusividad a la maldita politiquería, destinando su tiempo a ganarle espacio a sus coyunturales adversarios, sobre todo en épocas preelectorales como la actual, en las que, como informa diariamente la prensa y los diferentes medios, todos están abocados a “ubicarse” dentro de las listas de candidatos a la Asamblea Legislativa o a planificar su participación en la próxima contienda electoral municipal, en la que no sé qué mostrarán como antecedentes que justifique su pretensión.
Mientras todo esto ocurre, la ciudad está abandonada como los relojes, que no marchan ni hacia la derecha ni al revés.
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