SURAZO
Incultura tributaria
Incultura tributaria
Juan José Toro Montoya.- Spots televisivos, cuñas radiales, material impreso y audiovisual, cibersitio expreso, canciones, comics, cursos, jornadas de actualización, ferias itinerantes… La Gerencia de Servicio al Contribuyente y Cultura Tributaria del Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) desarrolla una campaña intensa y sostenida con el propósito de convencer a los bolivianos de una verdad universal: todos estamos obligados a aportar para el mantenimiento del Estado.
Para la mayoría de los bolivianos, esto de la cultura tributaria es nuevo y viene aparejada con la referida campaña. Para la mayoría de los países con relativo grado de desarrollo económico, la cultura tributaria es parte de su vida. En el exterior, el ciudadano promedio sabe que tiene que destinar una parte de sus ingresos al pago de impuestos y obra en consecuencia.
En el territorio que hoy es Bolivia, el pago de impuestos fue siempre un tema conflictivo. Cuando los inkas conquistaron a los charkas y kollas les impusieron un sistema injusto de tributos porque, de todo lo cosechado, una parte era para mantener al inka y a su familia y otra estaba destinada al culto. Dos terceras partes eran para la élite gobernante y lo que quedaba era repartido entre las castas medias y el pueblo llano.
Durante la colonia, la que se beneficiaba con el cobro de tributos era la corona española. El quinto real, el diezmo y el almojarifazgo eran tan sólo algunos de los impuestos que se cobraban a favor de los invasores. Un detalle poco conocido es que muchos de los alzamientos contra los españoles se debieron a la creación de impuestos o al incremento de los ya existentes.
Ya en la República, todos los gobiernos del siglo XIX se apoyaron en los ingresos que generaba el tributo indígena. Los grandes explotadores de recursos minerales siempre se dieron modos para evitar compartir sus ganancias con el Estado. Para ello, tuvieron testaferros en los respectivos gobiernos y, en algunos momentos de la historia, incluso gobernaron directamente, como fue el caso de Aniceto Arce.
La cultura tributaria es el convencimiento de que todos debemos compartir nuestros ingresos con el Estado pero en Bolivia no aportan todos sino sólo algunos. Antes fueron los indios, tanto los sometidos por los españoles en la colonia como aquellos que eran esquilmados por las élites de la República.
Hoy en día tampoco aportamos todos, ni siquiera la mayoría. Los sometidos y esquilmados de hoy somos los ciudadanos que realizamos cualquier tipo de actividad económica que no sea el comercio informal, la minería o el cultivo de coca. Los que mantenemos al Estado somos aquellos que tuvimos la mala idea de cumplir la ley y registrarnos en el SIN.
Los privilegiados de hoy son los cocaleros, los dirigidos por el presidente Evo Morales, que no pagan impuestos por su actividad específica y, si lo harían, sólo sería por la comercialización de altos volúmenes de coca. Los otros privilegiados son los mal llamados cooperativistas mineros, los aliados del actual régimen, con representantes en diferentes instancias de gobierno, que incendiaron el edificio del SIN en Potosí cuando se habló de cobrarles impuestos.
Con esas injusticias a la vista de todos, ¿cómo es que podremos desarrollar cultura tributaria?
|