Lunes, 14 de julio de 2014
 

PAREMIOLOCOGI@

Debatir había sido mucho más que…

Debatir había sido mucho más que…

Zorro Yáñez Cortes.- ¿Qué significa debatir? ¿Cuáles son sus beneficios? ¿Qué habilidades se requieren? ¿Cuáles su trascendencia y distorsiones? Son algunas preguntas que me han venido a la cabeza a partir del circo que, como no podía ser de otra manera, ya están protagonizando los candidatos y Cia.
Husmeando en la biblioteca mundial del conocimiento y sin recurrir a sesudos tratados, sino a la elemental información disponible (fue suficiente la wikipedia), aprendí algunas de estas cuestiones, que sostengo ayudarán a comprender la tirria que algunos tienen a exponer sus ideas y argumentos y debatir con quienes tal vez sostengan lo contrario.
El debate es fundamentalmente un acto de comunicación de ideas y argumentos entre personas que a primera vista tienen posturas diferentes sobre un tema o varios de relativa complejidad. Es una herramienta que permite conocer mejor a las personas (léase candidatos) pues implica exponer y conocer sus ideas, bases y argumentos racionales. Indirectamente, puede hasta cumplir un rol de aprendizaje y enriquecimiento para quienes debaten, pues –idealmente– debiera servirles para construir entre todos una solución sobre el problema debatido.
Entre las virtudes requeridas, al tratarse de un ejercicio para el intelecto, permite desarrollar la habilidad de reforzar y mejorar la personalidad en lo que concierne a la autoestima, seguridad, confianza, expresión verbal y corporal. Acarrea también beneficios para los espectadores, pues facilita el criterio de los electores para tomar una decisión, ya que expone las ventajas y desventajas de un tema desde varios puntos de vista; es también un medio para la libre circulación de ideas y un excelente recurso informativo/expositivo que podría ayudar a los participantes y a los espectadores (electores) a clarificar sus ideas sobre los temas debatidos. Para todo ello es importante que los debatientes ejerciten habilidades específicas como la escucha, razonamiento y pensamiento críticos; la estructuración de ideas; la respuesta rápida y adecuada y la expresión oral efectiva.
Resulta determinante considerar que el debate es fundamentalmente un proceso argumentativo o discusión crítica de resolución de una disputa por medio de razones: ejercicio dialéctico que mediante el arte de la discusión o la oposición dialogada, razonadamente, busca obtener la verdad sobre un tema o por lo menos acercarse a la realidad del mismo. Hoy, el mero afán de ganar votos a como dé lugar ha degenerado ese proceso causando una verdadera cerrazón intelectual caracterizada por la ausencia del pensamiento crítico, generada en la falta de una disposición ética fundamental: la ausencia de apertura a la realidad o si se quiere a la verdad.
Así las cosas, sólo cabe comprender la sistemática fuga del ejercicio a debatir, pues como dijo KISSINGER: “En política no interesa la verdad; lo que cuenta es lo que la gente percibe como verdad”.