La ex peatonal
La ex peatonal
Gastón Solares Ávila.- Hace muchos años, la Alcaldía procedió a convertir en peatonal la calle Junín, entre Hernando Siles y Ravelo, con la intención de cerrar el tráfico de vehículos por lo menos en una cuadra para que los peatones circulen tranquilamente en un área de paseo que, además, podría tener pequeños pero buenos establecimientos comerciales y servicios de diferente naturaleza.
Lamentablemente, esa cuadra se convirtió en un sitio peligroso por la proliferación de delincuentes que atacaban a los transeúntes que caminaban con dificultad, debido a que los comerciantes coparon la cuadra saturándola de mercadería de todo tipo.
El incremento de vehículos y el tránsito cada vez mayor en toda la zona hicieron que la Alcaldía decidiera abrirla nuevamente al tráfico, lo cual fue una medida acertada y se ampliaron las aceras que, lamentablemente, ahora están otra vez copadas de comerciantes, que improvisan puestos protegidos por sombrillas y carpas dándole un pésimo aspecto al área que se pretendió mejorar para bien de la ciudad. Por si fuera poco, los propietarios de tiendas en la cuadra, han ampliado la superficie de su negocio y exhiben su mercadería en plena calle, sin que nadie diga nada en esta ciudad sin Dios ni ley. Por tanto, el famoso plan de aceras limpias no se cumple ni a dos cuadras de la Plaza principal.
Hay mucha gente que piensa que hubiera que convertir en peatonal todo el centro, como lo han hecho en otras ciudades patrimoniales. En el caso de Sucre, eso es por lo menos de momento imposible por la ubicación de oficinas públicas y establecimientos de educación. Sin embargo, existe una solución intermedia que se estudió con detalle cuando existía el Comité del Bicentenario.
Aunque no corresponde al proyecto original, las dos cuadras de la calle Nicolás Ortiz, entre Colón y la esquina de la Audiencia, son el ejemplo de lo mencionado. En la primera cuadra entre Dalence y la Plaza, se ha ampliado la acera dejando solamente la calzada para paso de un vehículo; en la segunda, entre Dalence y Colón, la ampliación de aceras es menor y deja paso para dos vehículos, que parece lo ideal. En ambas cuadras se han enterrado los cables de manera que ahora son las dos mejores calles de la ciudad aunque, lamentablemente, no se les ha dotado de buenas luminarias ni de macetas decorativas adecuadas.
En el proyecto inicial, el Comité del Bicentenario sugirió a la alcaldesa de entonces ampliar sólo la acera en la que están los locales comerciales, con cuyos propietarios se conversó para que inviertan en estufas a gas para exteriores, con la idea de que puedan ampliar sus servicios en las aceras como en todas partes del mundo. Los locales tenían que estar divididos por pérgolas con buganvillas y la acera dividida de la calzada por las bellas y antiguas rejas de la Iglesia Catedral que se las retiró en la restauración. El arzobispo de entonces, monseñor Jesús Pérez, aceptó donarlas para el proyecto, siempre y cuando la Alcaldía garantizara su cuidado y mantenimiento, lo que no se efectivizó por el cambio de autoridades del Comité, como consecuencia del cambio de gobierno.
Desde el año del Bicentenario del Primer Grito de Libertad, o sea desde hace cinco años, no se ha dado un paso positivo en el proyecto de mejorar el centro histórico, con excepción del resellado de dos cuadras a la redonda de la Plaza 25 de Mayo. Las aceras están por supuesto peor que antes, no se las amplía ni se define lo que se va a hacer, el tráfico es un caos total y las aceras de la ex peatonal están otra vez llenas de comerciantes. En estas condiciones, pensar en nuevas cuadras peatonales es una locura. Lo que hay que exigir es que se revise el plan de ampliación de aceras y el ordenamiento del tráfico, para lo que hay antecedentes dignos de ser revisados y de tomarse en cuenta.
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