EDITORIAL
Un nuevo capítulo en la historia de Misicuni
Un nuevo capítulo en la historia de Misicuni
Para dar alguna base a las esperanzas que todavía quedan, bueno sería que la falta de transparencia deje de ser la característica principal de la ejecución del proyecto
Con la adjudicación, bajo la modalidad de excepción, de tres de los cuatro paquetes en los que fueron divididas las obras que restan por ejecutar de la represa, se ha cerrado una etapa más del proceso que deberá llevar a la tan ansiada y postergada culminación de la II Fase del Proyecto Misicuni. Ahora, sólo queda esperar que en el transcurso de las próximas semanas se reanuden las obras, lo que según los ejecutivos de la empresa no debe pasar de este 31 de julio.
Como era de temer, el paso dado no está libre de muchas dudas e incertidumbres. Pero, dados los antecedentes acumulados durante los últimos años, ya no parece haber ánimos en ninguna de las instituciones involucradas para insistir en la búsqueda de explicaciones e informaciones que las despejen. De manera poco menos que unánime, comenzando por el directorio de la Empresa Misicuni, pasando por la Asamblea Legislativa Departamental de Cochabamba se ha optado por dar carta blanca a los ejecutivos de la empresa para que tomen las decisiones que más convenientes les parezcan.
Por lo visto, ya no importa que los montos comprometidos sean muy superiores a los originalmente presupuestados ni se pone demasiados miramientos a la hora de evaluar las condiciones en que están siendo suscritos los nuevos contratos. Lo único que parece importar es que, de un modo u otro, Misicuni deje de ser la principal fuente de frustración de los cochabambinos.
Para que eso ocurra, se ha aceptado un incremento de más del 50 por ciento del presupuesto original. De los 85 millones de dólares originalmente previstos, se ha llegado a 128 millones. Si a ese monto se agrega lo que se pagará a la empresa supervisora Engevix Caem, cuya relación contractual actual sigue siendo todo un misterio, se calcula que el nuevo presupuesto superará los 130 millones.
Además de esos montos, hay todavía alrededor de diez millones de dólares en litigio con el Consorcio Hidroeléctrico Misicuni, monto que la empresa asegura que serán recuperados sea mediante arbitraje o vía judicial. Y aunque no hay información sobre el estado actual de esa controversia, cabe esperar que así sea y que tan importante cantidad de dinero no termine sumándose a las muchas cuentas pendientes.
Además de los aspectos estrictamente económicos, hay otros, como los técnicos, que dan lugar a dudas aún mayores. Es el caso, por ejemplo, de las muchas fallas de diseño que han sido oportunamente identificadas, entre las que se destaca la relativa a la base de sustentación de la represa. Es bien sabido que uno de los estribos ha sido construido en condiciones que ponen en serio riesgo la solidez de toda la estructura y que las obras que habrá que hacer para resolver esa deficiencia no son de poca envergadura. Ese, entre muchos otros, es alguno de los temas ante los que el hermetismo con que se oculta la información impide ver el futuro del proyecto con el optimismo que sería de desear.
A pesar de todo, sólo queda esperar que esta vez los errores no sean tan fatales como hasta ahora fueron. Bueno sería, para que dar alguna base sólida a esa esperanza, que la falta de transparencia deje de ser la característica principal de la manera como se toman las decisiones.
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