LA NOTICIA DE PERFIL
Un país de contrabandistas
Un país de contrabandistas
Paulovich.- A raíz de los últimos fríos, me atreví a consultarle a mi socia periodística acerca de un remedio para atenuar mis temblores corporales y la buena cholita me aconsejó renovar mis atuendos interiores porque había visto grandes agujeros en mis camisetas y calzoncillos largos que yo se los enseñé, por lo que me aconsejó que adquiriera unos nuevos.
Para el efecto, le pedí que me acompañara a una tienda del Barrio Sur, respondiendo mi comadre: “No sea usted crudo, compadrituy, esas prendas se compran en la Uyustus porque allí cuestan la mitad”.
De esa manera visitamos esa inmensa ciudadela donde se expende toda clase de productos, desde ropa interior para caballeros y cholitas hasta electrodomésticos fabricados en Suiza, desde hace muchos años, con la complacencia de autoridades aduaneras y recaudadoras de impuestos.
Cumplido nuestro objetivo retornamos a mi casa para emprender nuestra labor periodística, sorprendiéndome con el revuelo que produjo la noticia de que en este momento existen 33.000 autos chutos en Bolivia, explicándome mi pariente de Quillacollo que esos vehículos que ingresaron a Bolivia de contrabando no serían legalizados por el Presidente Vitalicio Evo Morales porque antes él ya lo había hecho con anteriores partidas de “autos chutos”, que es el nombre con que los bautizó nuestro pueblo.
Así lo anunció el gobernante hace pocos días, aunque muy pocos le creyeran, entre ellos mi comadre y yo que ya sabemos, diciéndome la cochabambina en mi oreja: “Hay un precepto quechua que dice ‘ama llulla’ (no seas mentiroso) que el Presi no entendió porque no habla el idioma quechua”, mientras mi comadre lo habla de corrido y algunas veces me da lecciones.
Volviendo al contrabando, le conté a mi comadrita que esa actividad tan querida por los bolivianos data de muchísimos años y que en mi larga vida (87 pirulos) supe de las varias guerras que libraron contra el contrabando muchas autoridades gubernamentales, perdiendo todas las batallas porque el contrabando es invencible en Bolivia.
Ahí intervino la cholita cochabambina para decirme que el boliviano cree que el contrabando no es un delito sino una pequeña muestra de su picardía personal y que ella goza en cada uno de sus viajes al exterior pues al retornar interna cualquier cosa sin pagar impuestos aduaneros, lo cual me parece que sucede en la mayoría de los bolivianos.
Casi al final de nuestra sesión periodística, pregunté a mi comadre Macacha si el Gobierno actual luchaba verdaderamente contra el contrabando y la cholita lanzó una carcajada y me dijo: “No pues, compadrituy, el Gobierno está feliz de que exista el contrabando por todas nuestras fronteras porque de esa manera los ciudadanos tenemos todo para adquirir, pues de otra manera estaríamos sufriendo escasez de todo como en la Venezuela actual hoy gobernada por un pariente de Evo que no termina de madurar”.ww
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