DE-LIRIOS
Los mismos
Los mismos
Roc�o Estremadoiro Rioja.- Hace unos d�as pas� por la Casona Mayorazgo, en Cochabamba, donde hay una exposici�n fotogr�fica y hemerogr�fica sobre las dictaduras militares en Bolivia. Buena iniciativa, porque tal vez dicho material refresque un poquito la memoria a la poblaci�n de un pa�s en el que f�cilmente y en poco tiempo se olvidan los desmanes del poder.
Entre otras, recoge aquella famosa imagen en la que Banzer aparece secundado por V�ctor Paz Estenssoro del MNR y Mario Guti�rrez de la FSB, partidos que, al ser enemigos hist�ricos, coincidieron en apoyar la primera dictadura sudamericana amparada en la �Doctrina de Seguridad Nacional� de la d�cada de 1970. Recordemos que con ambos partidos, Banzer pretendi� darle un cariz de apoyo pol�tico-civil a su r�gimen autoritario, arguyendo que ten�a el respaldo de los �sectores mayoritarios de Bolivia, esencialmente nacionalistas y cristianos�. As�, las dos organizaciones pol�ticas se trastocaron en c�mplices de la serie de violaciones a los derechos humanos, del p�simo manejo de la econom�a y de la escandalosa corrupci�n que caracteriz� a ese gobierno, eso antes de que se generara un autogolpe y fueran echados de las filas del totalitarismo en 1974.
Por todo ello, era il�gico que algunos componentes del MNR �unificado� (incluyendo la facci�n de Paz Estenssoro), se rasgaran las vestiduras hablando contra los autoritarismos, siendo que ese partido proporcion� algunos de los hombres m�s fieles al �banzerismo�, tal es el caso de Guillermo Fort�n y de Alfredo Arce Carpio. Sin embargo, en un pa�s sin memoria, por supuesto que esta ret�rica pas� como coherente.
Algo similar ocurri� cuando se cruzaron los r�os de sangre y el MIR, partido cuyo embri�n se gest� durante la efervescencia revolucionaria entre 1970 y 1971 y que acab� de nacer en plena represi�n y persecuci�n militar, se ali� con Banzer y sus esbirros. Se conform� el Acuerdo Patri�tico, lo que despu�s posibilit� que el otrora d�spota, el mismo que aseguraba hablar con un Dios �nacionalista� y que instaba a los campesinos para que mataran a los �comunistas�, se convirtiera en el �dictador elegido�, como dice Mart�n Sivak.
Igual que en Chile, incluso tuvimos que presenciar el indignante espect�culo de un exdictador sepultado con homenajes y honores y sin que haya respondido por uno solo de los delitos que se le imputaron. Se confirm� el precio alt�simo de la transici�n democr�tica que en Am�rica Latina se tradujo en el entierro parcial o total de la memoria hist�rica a nombre del �perd�n�, la �concertaci�n�, la �reconciliaci�n� o el pragmatismo. En Bolivia se intentaron saldar las culpas encerrando �y en c�rcel de oro� a uno de los tiranos, pero enalteciendo y premiando al principal, porque, finalmente, el r�gimen delincuencial de Garc�a Meza, no fue m�s que la continuaci�n del banzerato.
Lo peor es que hoy podemos ver c�mo pululan entre las candidaturas de oficialismo y oposici�n los mismos que, ya sea de frente o soterradamente, apoyaron las dictaduras o fueron part�cipes del insulto a la justicia que signific� la elecci�n democr�tica de Banzer. Me refiero, por un lado, a muchos ex integrantes de los llamados �partidos tradicionales�, que, ante su ca�da y desprestigio desde el 2003, conformaron nuevas fuerzas pol�ticas que cada comicio cambian de sigla, pero no de l�deres y menos de praxis. Por otro, est�n los m�s �vivos� que supieron arrimarse al carro ganador, es decir, los numerosos militantes del MAS muy bien �reciclados�, adivinen de d�nde.
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