BARLAMENTOS
De espionajes y pajaricos cantores
De espionajes y pajaricos cantores
Winston Estremadoiro.- El otro día me subscribí a “El Deforma”, un blog de noticias satíricas creo que mexicano, después de leer un artículo sobre el presidente Evo Morales. En otra de sus ‘evadas’, decretaba que debíamos matar a los caballos, ‘porque habían sido traídos por los conquistadores españoles’, siendo por tanto un símbolo que había que ‘descolonizar’. Compartí la nota con mi hija, que recomendó chequear la fuente. Yo ya urdía escenas truculentas de aztecas sacrificando cautivos, descuartizándolos y rodando sus partes por gradas de templos para consumo de la plebe: en Bolivia sería con yatiri aymara y equinos a precio de gallina muerta. Mi madrina de los animalitos tenía razón. Todo era farsa, una sátira sobre ocurrencias presidenciales que hacen reír al mundo.
En vena seria hay un par de casos que afectan a gobiernos apoyados por el Foro de São Paulo.
El primero fue la detención en Aruba del cónsul venezolano en esa isla caribeña. Ningún pajarito chiquitico. Ex jefe de la inteligencia militar de Hugo Chávez, el general Hugo Carvajal fue detenido a pedido de EE.UU, que le acusa de narcotráfico y ayuda a la guerrilla colombiana. Con pasaporte falso que luego cambió a uno diplomático, fue liberado poco después quizá porque las antiguas colonias holandesas dependen del petróleo venezolano. El “Pollo” conocía del entorno íntimo del gobierno y los capos del chavismo temían que hable, peor si le enviaban a Guantánamo y le daban una dosis de su propia medicina: la tortura.
Hay mucha tela que cortar en un segundo caso. No hablo de Pinto, senador huido a Brasil con ayuda diplomática: ¿quizá tenía pruebas de complicidad oficialista en ilícitos? Tampoco de Ostreicher, ayudado por la burla de un actor nombrado embajador por Evo Morales: quizá hablaría por su rabia de extorsiones y robos que ‘lo pelaron’ como a gallina. Menos de Soza, que prefirió el autoexilio locuaz luego de ser abusador chantajista y acosador judicial de infelices en listas negras del Gobierno.
Hablo del General de Policía René Sanabria. Oficial de adusta faz, requisito tal vez necesario para hurgar tanta inmundicia como mandamás en la lucha contra el narcotráfico, y director de un nuevo Centro de Inteligencia y Generación de Información (léase espiar, en país donde se rasgan las vestiduras por el espionaje ‘imperial’). Ningún pajarito chiquitico. En una operación trinacional fue detenido en Panamá, por un alijo de cocaína identificado en Chile, y condenado a 14 años de prisión en EE.UU.
En el caso de Carvajal en Venezuela en 2014, lo importante era lo que podía revelar sobre otros capos del moribundo chavismo. ¿Alguien cree que antes de soltarle no copiaron chips de los 5 teléfonos móviles y detalles de 3 pasaportes que tenía el preso? De mi parte, no creo que Sanabria no ‘cantó’, por más que el Gobierno, en 2012, se sintiera aliviado porque no reveló nombres comprometidos.
La clave del asunto no es llenar titulares noticiosos, sino cuánta ‘munición’ se añade al arsenal extorsionista de las naciones. Porque si en la guerra y el amor todo vale, yo añadiría ‘y en las relaciones internacionales’, porque los países no tienen amigos, sólo intereses. En hipotética charla de mandatarios, siempre es útil un “no friegues con llenar cárceles de presos políticos, caso contrario yo suelto algo sobre Carvajal…”, o “ya basta tanto palo al ‘imperio’, cuidado que filtre un cedé de cantos de Sanabria…”
Trato de ser liviano, de combinar sardonia con hechos o palabras reales. Entonces pesa en mi alma recordar a mi amigo José María Bakovic. Con acoso judicial le forzaron a morir en la altura de La Paz. Sus setenta procesos no tenían que ver con generales y narcotráfico. Su común denominador era la corrupción, mal endémico al que pocos dan bola quizá porque pocos no están pringados.
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